El ‘Open Arms’ pide a Italia y a Malta la evacuación de tres personas enfermas
Hace diez días que desde la cubierta del Open Arms no se ve más que agua. La convivencia ha empeorado, la ansiedad aumenta y el calor y la humedad son asfixiantes. Hay 160 personas hacinadas en un espacio de poco más de 180 metros cuadrados, entre ellas dos bebés de nueve meses, 30 menores de edad y varios adultos heridos y con problemas de salud. El plan de la tripulación continua siendo resistir, pero ante la falta de respuesta, el capitán ha pedido a Malta e Italia la evacuación médica de tres personas y sus familiares, un total de nueve personas. Se trata de una mujer de 28 años con síntomas de neumonía, otra mujer de 32 con histórico de tumor cerebral que presenta alteraciones cognitivas, visuales y auditivas y un joven de 20 años con tuberculosis.
La situación es cada día más delicada y no hay ninguna señal de que el desbloqueo sea inminente. El buque continua bloqueado por la negativa de Malta e Italia, los puertos más cercanos, a dejarles desembarcar. La Comisión Europea tampoco ha mediado aún para resolver la crisis alegando que ningún Estado miembro se lo ha solicitado. «Parece mentira que el mes de agosto un grupo de voluntarios esté haciendo esto, mientras tenemos un Gobierno marioneta que no tiene coherencia en nada de lo que hace», ha denunciado Óscar Camps, el director de la ONG Proactiva Open Arms, en una entrevista a RAC1. Camps, que desafió la prohibición del Ejecutivo español de realizar actividades de búsqueda y rescate en esa zona del Mediterráneo, ha afeado a Pedro Sánchez «adapte las políticas al momento mediático que corresponde». «Nadie entiende por qué llevamos diez días a la deriva sin tener ninguna comunicación oficial de la administración, si tanto el barco como la tripulación son españoles».
Este sábado además se averió la desalinizadora del barco, un viejo buque de 45 años, y ahora hay que racionalizar el agua para baños y otras necesidades. El último rescate realizado en la madrugada del sábado ha generado más tensión en cubierta con la llegada de 39 migrantes más. Son 160 personas en un espacio de poco más de 180 metros cuadrados. Malta ofreció asumir la recepción de estas últimas 39 personas porque el rescate se produjo en aguas de su responsabilidad, pero el capitán declinó hacerlo por cuestiones de seguridad. La organización defendió que llevar a tierra firme a los recién rescatados, mientras se dejaba en cubierta a 121 personas que llevaban una semana larga esperando, podría provocar una revuelta a bordo.
Hace días que Camps responde a la pregunta de si, llegado el momento, la tripulación forzará su entrada en puerto, como ya hizo la capitana del Sea Watch 3 Carola Rackett a finales de junio. En su última entrevista a la radio catalana, Camps ha insistido en que «la estabilidad emocional a bordo empieza a ser difícil» también para los miembros del equipo de la ONG. «Nos veremos obligados a entrar a puerto por motivos humanitarios, con todas las trabas administrativas y judiciales que puede comportar», ha dicho. El fundador de la ONG ha asegurado a EL PAÍS, sin embargo, que esa es una hipótesis que aún no se plantea al no ser que se produzca una «emergencia humanitaria» y que el barco resistirá.
Nuevo rescate
Mientras el Open Arms espera, el Ocean Viking, operado por Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Méditerranée, ha realizado su tercer rescate en menos de tres días. Tras una operación de salvamento en la que se ha rescatado a 81 personas en una barca de goma sube hasta 251 el número de migrantes a bordo. Este sábado, cuando eran 170, el buque ya alertaba que se encontraba al máximo de su capacidad.