Una cárcel dorada para la moderna princesa Haya
Se graduó en Oxford en Filosofía y Economía, presidió la Federación Internacional de Deportes Ecuestres y dirigió organizaciones humanitarias respaldadas por la ONU, pero aparentemente vivía en una cárcel de oro como la más joven de las esposas del jeque Mohamed de Dubái y en un escenario de sombreros de copa en las carreras de caballos. Desde que, por primera vez en años, no acudiera el mes pasado a su cita anual de Ascot, el paradero de la princesa jordana Haya desató las pesquisas de los tabloides británicos, siempre ávidos de airear los escándalos de la realeza. El misterio que rodea su desaparición en las últimas dos semanas ha sido recibido con absoluto silencio tanto en la corte hachemí como por la prensa de Amán, a pesar del encumbrado linaje la jequesa dubaití: hija del fallecido rey Husein y de la reina Alia –presuntamente la más querida por el pueblo jordano de las cuatro esposas que tuvo el monarca–, y en consecuencia hermanastra de Abdalá II.
Hay medios británicos que sitúan su rastro en Londres, adonde habría huido con sus dos hijos –Jalila, de 11 años, y Zayed, de siete– y con una suma cercana a los 35 millones de euros con la pretensión de exigir en divorcio a su marido, Mohamed Bin Rashid al Maktun, quien también ejerce como vicepresidente de Emiratos Árabes Unidos, en cuya federación se encuadra Dubái. Otros la localizan en Alemania, país que supuestamente le habría ofrecido asilo a pesar del riesgo potencial de abrir un conflicto diplomático sin precedentes con un acaudalado dirigente del Golfo. Ninguna fuente oficial del emirato ha confirmado estas versiones periodísticas, que en Jordania circulan por las redes sociales en medio del mutismo de la casa real.
Al igual que su madre, que fue azafata de Royal Jordanian antes de casarse con el rey Husein en 1972, Haya Bin Hussein (Amán, 1974) se educó en el exterior del país árabe. La reina Alia falleció en 1977 en un accidente de helicóptero. Hoy el principal aeropuerto Internacional de Jordania, situado en los alrededores de Amán, lleva su nombre.
A su paso por escuelas y universidades de Reino Unido la joven Haya comenzó a practicar deportes de equitación. Su afición la llevó a representar a su país en competiciones internacionales a partir de los 13 años, hasta llegar a participar en los juegos olímpicos de Sídney de 2000 y formar parte del Comité Olímpico Internacional. Igual que su esposo y emir de Dubái, dueño de uno de los más destacados establos de pura raza británicos, sus caballos de carreras han triunfado en las principales pruebas hípicas inglesas.
La princesa Haya, que es embajadora honoraria del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y mensajera internacional de la paz tendrá la última palabra. Como fundadora en 2003 de la ONG Tkiyet Um Ali, su tarea social para hacer llegar comida a las familias desfavorecidas de Jordania ha sido reconocida por organismos internacionales. La jequesa joven también preside el centro de ayuda Dubái, Ciudad Humanitaria Internacional, que presta asistencia en Afganistán o Yemen.
El jeque Mohamed y la princesa Haya se conocieron precisamente en los Juegos Ecuestres Mundiales celebrados en Jerez en 2002, y dos años después se casaron. La medio hermana del rey de Jordania se convertía así en “la esposa joven del emir”, según la terminología dubaití, quien ya había contraído anteriores nupcias. Ahora la relación entre ambos parece haberse enfriado. Tabloides como The Sun se han hecho eco de poemas supuestamente publicados por el jeque Mohamed en su página de Instagram antes de ser borrados de la red. “Una flecha fatal ha atravesado mi corazón y me ha enloquecido”, reza uno de los versos. “Deja que el pasado se vaya: ablanda tu corazón, perdona mis errores y premia mis buenas acciones”. El pretendido mensaje de reconciliación no parece haber surtido efecto por ahora.
Otra fuga
El caso de Haya ha recordado la rocambolesca huida en marzo del año pasado de la princesa Latifa Bint Mohamed, una de las hijas del emir, informa Ángeles Espinosa desde Dubái. La mujer, que entonces tenía 33 años, denunció en un vídeo que se escapaba de su casa y de su país porque no tenía libertad y que había sido objeto de malos tratos. Pero el barco en el que había huido fue interceptado y fue devuelta a su domicilio. Al cumplirse un año de aquello, la agencia oficial de noticias emiratí, WAM, difundió unas fotos de Latifa con Mary Robinson, antigua alta comisionada de la ONU para derechos humanos, para acallar los rumores de que la princesa estaba confinada por la fuerza en Dubái. La controvertida cita fue organizada por la princesa Haya, con quien la dignataria tenía amistad.
La llegada de Haya a la corte de Dubái supuso una pequeña revolución. Acostumbrada a un estilo de vida más moderno que el de las mujeres de las familias reales de la zona, quedó claro que no aceptaría la reclusión. Nunca se cubrió el rostro y desde el principio apareció con el jeque en actos sociales, muchos en el extranjero.