La casa de México abre sus ventanas en Madrid

Una fachada con guirnaldas de flores y calaveras y esqueletos en los balcones rompe la sobriedad de la calle Alberto Aguilera de Madrid. Desde una ventana se veían ayer limas, aguacates y tortillas apiladas en una cocina en el semisótano. El personal apuraba las últimas horas para la inauguración de la Casa de México en Madrid. En un palacete de los años veinte de cuatro plantas cedido por el Ayuntamiento de la capital se ha abierto, como lo describe su directora, Ximena Caraza, “una ventana de México en Madrid para abrir y asomarse un poquito” a la literatura, el arte, el cine y la gastronomía mexicanas.

El espacio de 2.700 metros alberga la librería del Fondo de Cultura Económica Martín Luis Guzmán, una tienda especializada en artesanía y un restaurante. El auditorio se estrenó ayer por la tarde antes de que las autoridades cortaran la cinta con un coloquio sobre educación superior entre tres rectores españoles y tres mexicanos. Después fueron llegando los 500 invitados que ocuparon cada espacio del edificio y el patio, mientras sonaban los mariachis y corría la cerveza mexicana.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que participó en el acto de apertura, recordó que toda una generación de jóvenes nacidos en la dictadura, en la que se incluyó, se pudieron formar gracias a las publicaciones que llegaban de México. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, mencionó también los lazos históricos entre ambos países, reforzados cuando México acogió a miles de republicanos exiliados. “Desde el punto de vista económico México es norteamericano, pero desde el corazón somos profundamente iberoamericanos”, dijo el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Luis Videgaray.

Una planta completa de la Casa está dedicada al arte. La joya de la corona de la exposición Tres siglos de pintura en Méxicoes un cuadro de Diego Rivera hasta ahora nunca exhibido, de la colección privada de la fundación Fomento Cultural Banamex. Le acompañan 35 obras de maestros mexicanos como José María Velasco y una pintura de Frida Khalo.

Buena parte de la Casa de México se dedicará también al fomento de las relaciones empresariales entre los dos países. El mecenas del proyecto, el presidente de la Fundación Casa de México, Valentín Díez Morodo, espera que se convierta en un “lugar de privilegio en las relaciones empresariales y de inversiones entre ambos países”.

El conocido empresario mexicano de origen español (de padre leonés y madre asturiana) abrazó la oportunidad de poner en marcha la Casa “con gran emoción y orgullo”. La relación de España con México se afianza más aún más con este espacio de conexión “sentimental, cultural y educativa”. “Compartimos profundas raíces y tenemos un vínculo particular en la lengua”, recordó el empresario.

La Casa planea desarrollar más de 500 actividades al año, desde exposiciones, a talleres comunitarios y cursos gastronómicos, para turistas, madrileños y mexicanos. Su vocación también es, según su directora, formar parte del barrio que le ha dado la bienvenida y tener las puertas abiertas para los vecinos. Habrá clases de danzón, talleres para aprender a hacer piñatas, o catrinas y altares de muertos.

El inmueble forma parte de la embajada, pero lo gestiona la Fundación Casa de México en España, que ha estado a cargo de la restauración. La dirección arquitectónica de Jaime Arena Cervantes y Riveiro & Baselga Arquitectos ha dejado una impronta de suelos y grandes puertas de láminas de madera crudos. Sobre las paredes blancas, dentro y fuera, está la huella efímera de la instalación de la artista Betsabeé Romero con flores cempasuchil, las guirnaldas moradas y naranjas del Día de los muertos en México, que a partir de ahora se celebrarán también en Madrid.

Una deuda saldada después de 28 años

México y España acordaron en 1990 ceder un espacio público en sus respectivas capitales para la difusión cultural. México cumplió y en 2002 se inauguró en el Distrito Federal el centro cultural español. La deuda quedó ayer saldada casi tres décadas después con la inauguración del espacio, en un palacete construido entre los años 1826 y 1932 por Luis Bellido. El Ayuntamiento lo ha cedido por un periodo de 10 años prorrogable hasta un máximo de 25. El inmueble ha tenido varias vidas antes de 2010, cuando cerró tras ser sede del SAMUR. Fue casa de socorro, Tenencia de Alcaldía, dependencias del Instituto Nacional de Empleo (INEM) y casi albergó a los okupas del Patio Maravillas.