El ‘caso Neymar’ deja secuelas en el Barça

Neymar ha sido una pesadilla para Valverde desde su llegada al banquillo del Camp Nou. El técnico tuvo que improvisar un equipo cuando el brasileño partió por sorpresa al PSG en agosto de 2017 y ha condicionado ahora los planes del entrenador en el inicio de LaLiga desde que el delantero anunció su intención de dejar París y regresar al Camp Nou. Los azulgrana han descontado cinco puntos sobre nueve mientras acababa una serie que anuncia su reanudación para enero de 2020.

Avaladas por el deseo del núcleo duro del plantel, y en especial de Messi, las negociaciones del Barça con el PSG han condicionado la política deportiva y las alineaciones de Valverde. A cambio del 10 de Brasil, la entidad azulgrana y la francesa jugaron con hasta cuatro futbolistas posibles de ser canjeados: Dembélé, Umtiti, Todibo y Rakitic. El croata pasó sorprendentemente de ser el jugador más utilizado el pasado curso con Busquets —54 partidos— a disputar solo 45 minutos en Bilbao; Umtiti y Todibo ni se han estrenado y Dembélé está lesionado, como Messi y Luis Suárez.

Dembélé, al que el presidente Bartomeu, calificó como “mejor que Neymar”, se negó a ser cedido al tiempo que el club no ha podido traspasar a Rakitic al PSG ni a la Juve como era su intención para aligerar la plantilla y rebajar una masa salarial que se presume al límite a la espera del informe de LaLiga.

Rafinha, al Celta

La única salida que ha cuajado es la de Rafinha, prestado al Celta —asume su ficha y el posible pago de 1,5 millones por variables—, previa renovación con el Barça. La delicada situación económica desaconsejaba la operación Neymar de la misma manera que su incorporación no era una necesidad para Valverde.

Las secuelas, sin embargo, son importantes para el entrenador, que deberá resolver las dudas sobre Rakitic y el exceso de centrocampistas (siete) en un grupo ya demasiado amplio para su gusto; recuperar a Dembélé —aumentó su situación de precariedad después de saltarse el protocolo médico—; gestionar la participación de Umtiti y Todibo; y por añadidura decidirse para el lateral derecho entre Semedo y Sergi Roberto. El luso fue declarado intransferible al PSG mientras Valverde apostaba por el catalán como interior hasta el descanso en El Sadar. Marcha atrás, regreso al principio, con Sergi Robeto de 2.

A Semedo, excelente en las correcciones por su buen físico, le cuesta leer el partido y entender el juego de posición del Barça. A pesar de que Valverde ha mantenido la misma defensa —la única línea que no ha tocado— no se corrigen los problemas estructurales, visibles en los laterales; el equipo toma remates fáciles y ha encajado cinco goles en tres partidos: Athletic, Betis y Osasuna. La zaga cede cuando el bloque no presiona en campo contrario, circunstancia para la que se requiere la complicidad de los medios y de la delantera, actualmente condicionada por las ausencias de Messi, Luis Suárez y Dembélé y reactivada por las buenas aportaciones de Carles Pérez y Ansu Fati, un juvenil de 16 años bendecido por Messi y asesorado por Rodrigo, el hermano del 10.

Más delicado es el encaje de Griezmann, tan estéril en cancha contraria como decisivo en el Camp Nou, ahora mismo situado como 9. Al francés le cuesta calzar en la formación al igual que al también incorporado De Jong. Al holandés, que funcionó como medio centro en San Mamés en ausencia de Busquets, le cuesta aún activarse como volante en espera de conocer el tercer centrocampista por el que apostará Valverde. La buena actuación de Arthur en El Sadar durante 40 minutos avala al trío De Jong-Busquets-Arthur. Un terceto que de todas maneras no supo tener el balón ni cerrar el partido después del 1-2.

Osasuna y Athletic supieron apretar al Barça. Nada nuevo si se tiene en cuenta que los azulgrana, abatidos en la final de Copa y en Anfield, no ganan en campo rival en LaLiga desde el 23 de abril en Vitoria (0-2). Al equipo le cuesta reaccionar, pese a que Valverde ha agitado la alineación por necesidad o por convicción, mediatizado también por unas giras de pretemporada que han dejado fuera de juego a sus figuras, y en especial a Messi. La esperanza es que el Barça se ordene y recupere su sentido del juego cuando vuelva Messi contra el Valencia.

Ahora, mientras, ha pasado por tres estados de ánimo después de tres resultados diferentes: preocupado en Bilbao, eufórico con el Betis y desconcertado en Pamplona. Ha dejado de ser un equipo fiable en LaLiga. La bronca en el vestuario de Pamplona durante el descanso y la intervención final de Piqué, que pidió “unidad” sin especificar las partes enfrentadas, escenifican la inestabilidad en el Barça provocada en parte por el culebrón Neymar.

Los caprichos del brasileño volverán en invierno después de alimentar el verano en Barcelona, Madrid y París ante la indiferencia de Londres. La Premier se muestra curiosamente indiferente al sensacionalismo del 10, que cobra 30 millones en el PSG y que fue tasado en 300 millones por el emir de Qatar. Un pago imposible para un club que “llegó con las manos casi vacías” como escribió Le Parisien en referencia al Barça. El coste del desgaste está por ver para desdicha de Valverde.

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