“Busco derrumbar dictaduras, no tenderles puentes”

Thor Halvorssen (1976) preside Human Rights Foundation (HRF), una entidad de defensa de los derechos humanos que organiza foros con personalidades de alrededor del mundo. Pese a tener nombre de vikingo, Halvorssen nació en Caracas, ciudad que no pisa desde 2011 por miedo a ser “arrestado”. Define su activismo de «accidental». El padre, de ascendencia noruega y zar antidrogas en tiempos del presidente Carlos Andrés Pérez, fue encarcelado durante varios meses en los años 90 acusado de terrorismo, antes de ser liberado. En 2004, su madre fue tiroteada cuando participaba en una manifestación antichavista. Ambos sucesos le llevaron a fundar HRF, con sede en Nueva York y que algunos consideran una plataforma del activismo de derechas. Ahora acaba de organizar el primer Oslo Freedom Forum de México, con la participación de políticos como el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, y activistas como la cubana Rosa María Payá. Venezuela está en boca de todos.

Pregunta. ¿Cómo nace Human Rights Foundation?

Respuesta. Nace de la ausencia de Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional en Venezuela. Durante los primeros cinco años de Hugo Chávez la erosión a la democracia era ya obvia. Cuando todavía era posible detener la asonada chavista en contra de la democracia, estas organizaciones podrían haber desempeñado un papel esencial y no lo hicieron.

P. ¿Han recuperado terreno?

R. Los últimos diez años de HRW han sido espectaculares, pero el tema no es llegar a la fiesta tarde; es llegar antes de que maten al difunto. Nosotros llenamos ese vacío y sin presupuesto, con un foco sobre dictaduras o países que van camino de serlo.

P. Sus foros son criticados por representar una visión de derechas.

R. En Noruega hay protestas todos los años, pero es absurdo. ¿Quién se pone a protestar en una conferencia de derechos humanos? Y además con afiches de Fidel Castro y Che Guevara. Eso es lo que nos da la razón.

P. Ha dicho que hay que romper el monopolio que los expertos tienen sobre los derechos humanos y despolitizar este campo. ¿Por qué?

R. Los expertos tienen un lugar muy importante a la hora de comunicar los datos. Pero hay que darle espacio a las voces de las personas que están en primera fila, sufriendo, dentro de sus países. A la gente que se la está jugando.

P. ¿Y despolitizar?

R. Hay un prejuicio histórico de no criticar ciertas dictaduras, las de izquierda. Hay gente que se llenaba los pulmones con los desaparecidos en Argentina y que ahora no está dispuesta a criticar al chavismo. Que las madres de la Plaza de Mayo apoyen al Gobierno de Chávez: ¿qué es esa locura? Opresión es opresión; no tiene colores. Aquí criticamos a todas las dictaduras; desde Singapur hasta Cuba.

P. Sin embargo, en este foro se ha hablado mucho de Maduro y poco del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. ¿Se corre el riesgo de olvidar a otros líderes con tendencias autoritarias más allá de Venezuela?

R. Todos los líderes tienen tendencias; pueden comportarse de forma autoritaria en su manera de hablar. El problema es cuando empiezan a querer cambiar el sistema, la Constitución, a acabar con el sistema de contrapoderes. Allí es cuando la alarma empieza. Enfoquémonos en las acciones. Hay que estar vigilantes. En el caso de Bolsonaro, se puede poner muy feo, pero esperemos. Lo mismo sucede con López Obrador [presidente de México].

P. ¿Hay que tender puentes con el Gobierno de Maduro?

R. Yo busco derrumbar dictaduras, no tenderles puentes. Lo que buscan los activistas de derechos humanos es restaurar los derechos de un país. Los dictadores no están interesados en el diálogo; lo utilizan para respirar y conseguir oxígeno. ¿O cree que Maduro va a dejar el poder y convertirse en senador vitalicio?

P. Medios afines al chavismo le han llegado a tachar de espía de la CIA.

R. Diosdado Cabello [presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, en manos del chavismo] ha puesto mi foto en su programa de televisión en más de una ocasión para decir que soy un terrorista. Si acaso soy espía de algún Gobierno sería del de Noruega que es quien financia el Oslo Freedom Forum. Desde ese punto de vista, somos agentes vikingos del imperialismo noruego de los derechos humanos.