La carrera para convertirse en conductor de Pemex

Unos 2.000 conductores han sido reclutados por el Gobierno mexicano en tiempo récord. La misión que les ha encomendado el Ejecutivo será la de poner fin al problema del desabasto de combustible que desde hace dos semanas azota algunos Estados de México. El trabajo será titánico. Viajarán por un México cada vez más inseguro y al mismo tiempo intentarán cumplir con el objetivo de hacer llegar carburante a aquellas zonas que se han quedado sin gasolina tras el cierre de los ductos decretado para tratar de poner fin al robo de combustible en el país. Se espera que esta semana, pocos días después de la tragedia de Tlahuelilpan, en la que 98 personas han muerto por la explosión de una toma ilegal, y en medio de la lucha del presidente López Obrador contra el huachicol, estos dos millares de personas, seleccionados entre más de 6.000 aspirantes, saldrán a las carreteras mexicanas.

“Quiero servir al país. Lo que pasó en Hidalgo me golpeó y decidí venir a inscribirme”, dice Óscar Ramírez en la puerta del complejo militar en el cual se llevó a cabo el reclutamiento. Como él, 6.199 personas se acercaron a registrarse entre el pasado viernes, cuando se hizo el anuncio, y el lunes, día que cerró el proceso de selección. Lo de Ramírez ha sido una carrera contra el tiempo: se enteró lo de la explosión el sábado, terminó de realizar un trabajo -es transportista para una empresa de fármacos- el domingo y, el lunes mismo emprendió viaje a Ciudad de México desde Aguascalientes, a 800 kilómetros de la capital. Llegó apenas unas horas antes de que finalizara. “Espero que salga todo bien”, comenta.

Pero transportar en el México de hoy 25.000 litros de combustible, lo que contiene una pipa, no es tarea fácil. En medio de la crisis por el desabastecimiento, la semana pasada un grupo de hombres armados robó un camión cisterna de Pemex en el Estado de Guanajuato, al centro del país. Con el litro a 20 pesos mexicanos, poco más de un dólar, el asalto supuso 500.000 pesos, más de 26.000 dólares. Por esta razón, la Secretaría de Seguridad mexicana anunció el pasado fin de semana que, según la zona, algunos transportes serán custodiados por la policía durante los viajes.

“No me da miedo. Tengo más necesidad que miedo”, señala este martes José Carlos Ortiz, que ha llegado desde Cuernavaca, a 100 kilómetros al sur de la capital, un día después de que cerrara la convocatoria, pero se mantiene pegado a la reja de las instalaciones esperando que le dejen inscribirse. Cientos de personas de todas las regiones del país emprendieron el viaje durante el fin de semana hacia Ciudad de México, en gran parte por las ventajas que incluía la oferta. Seguridad social, un contrato fijo, y un salario mayor al promedio: 29.000 pesos mensuales, 1.514 dólares. Una paga poco normal en México, donde el sueldo mínimo diario es de 102,7 pesos, 5,3 dólares. “Tengo 10 años de experiencia y nunca he cobrado eso”, dice Ortiz.

Aquellos que llegaron a tiempo tuvieron que presentar una serie de documentos, que incluían la licencia de conducir y el currículum, y pasar tres exámenes. Uno médico, uno psicológico y otro práctico. Este último implicaba conducir un camión de Pemex real dentro de las instalaciones. Terminar el proceso le ha llevado cuatro horas a Raúl Ortega, que ha venido con sus dos hermanos desde Chihuahua, un Estado fronterizo con Estados Unidos. “Venimos desde lejos, allí no tenemos trabajo”, dice y asegura que tiene esperanza de que lo llamen pronto.

Las condiciones aún no están muy claras. No se sabe ni cuántas horas ni cuántos días a la semana trabajarán. Hasta el momento, solo un centenar de los más de 6.000 que se presentaron han firmado un contrato. Y de esos cien conductores, solo una es mujer. “Es un desafío, yo no tomaría este trabajo a menos que realmente lo necesitara”, señala Romina Vargas, que ha ido hasta ahí a acompañar a su novio. “La necesidad manda”.