La legalización de la marihuana para uso recreativo ganó este miércoles una batalla importante al conseguir entrar en Canadá. No es el primer país del mundo que da este paso, celebrado con largas colas de clientes ansiosos por comprarla pero recibida con cautela por los mercados. El pionero fue Uruguay el año pasado, que vende la droga en farmacias. Pero el peso demográfico del gigante norteamericano (36 millones, de los que 4,9 millones son consumidores, más que toda la población de Uruguay, que es de 3,5 millones) y económico (en Uruguay las ventas han sido de unos 35 millones este año frente a los 3.300 millones de ventas ilegales del año pasado en Canadá); su pertenencia al G-7, a la OCDE y su tratado renovado de libre comercio con Estados Unidos dan a la decisión un peso que la iniciativa uruguaya no tuvo. Pese a ello, es el país de Donald Trump el que alberga más población que puede comprar cannabis legalmente y sin indicación médica. Está permitido en ocho Estados.
A esta permisividad se prevé que se una pronto el otro gigante del norte, México. El presidente saliente, Enrique Peña Nieto, cuyo mandato vence el 1 de diciembre, modificó en junio de 2017 la Ley General de Salud para legalizar el uso de la planta con fines terapéuticos. El desarrollo reglamentario corresponderá a su sucesor, Andrés Manuel López Obrador. Pero esta regulación amenaza con quedarse corta muy pronto. En noviembre de 2005, el Supremo dio amparo a cuatro personas para cultivar, transportar y consumir marihuana con fines recreativos. Desde entonces se han otorgado cuatro amparos similares. Falta uno para que la decisión se convierta en jurisprudencia y se llegue, de facto, a una regulación del uso recreativo de la droga. Si este no llega por esta vía, una experta que conoce los trabajos de redacción de la ley, quien pide no ser citada por su nombre, asegura que la hoja de ruta de la legalización mexicana sigue el camino de una norma planteada en el Senado en 2016 inspirada en el ejemplo uruguayo, lo que llevaría al uso recreativo de la sustancia.
Ian Power fue el primer canadiense en comprar legalmente marihuana recreativa en su país. Lo hizo apenas transcurridos unos minutos del miércoles 17 en Terranova y Labrador, al este del país. “Estoy encantado. Me siento tan contento que no puedo dejar de sonreír”, declaró a CBC News. Power recibió la hierba de manos de Bruce Linton, consejero delegado de Canopy Growth, el mayor productor autorizado por el Gobierno canadiense.
Según una encuesta hecha pública este miércoles, el 70% de los canadienses apoya la legalización. Estadísticas Canadá publicó un informe a principios de este año que indica que 4,9 millones de personas consumieron al menos 20 gramos de cannabis en 2017, por un total de 5.600 millones de dólares canadienses (unos 3.700 millones de euros). Solo un 10% correspondió a marihuana medicinal, legal en Canadá desde 2001. En 2016 en el mundo, según el último sobre las Drogas de la ONU, 192,2 millones de personas consumieron cannabis y se registraron incautaciones de algo más de 4.500 toneladas.
La legalización de la marihuana recreativa inaugura una industria de considerables dividendos en este país norteamericano. Según estimaciones de CIBC, uno de los mayores bancos canadienses, el mercado legal generará unos 6.500 millones en el primer año. El 75% de los impuestos irá a las provincias y el 25% restante será para la Administración central.
Actualmente existen 188 productores autorizados en Canadá (tanto de cannabis médico como recreativo). Las cuatro grandes empresas del sector son Canopy Growth, Tilray, Aurora Cannabis y Aphria. Su valor en bolsa es de 45.000 millones de dólares canadienses (unos 30.000 millones de euros). “Su crecimiento ha sido espectacular. Los inversores especulan sin rodeos sobre el potencial crecimiento de estas compañías”, declaró Gérald Fillion, analista económico de Radio-Canadá.
La medida tiene sombras. “La legalización del cannabis no significa que sea una sustancia inocua. Debemos insistir en ello. Hay varios productos legales, como el azúcar y el alcohol, que sabemos que tienen consecuencias. Ahora bien, legalizar la marihuana es una medida positiva simplemente porque la prohibición ha sido peor”, afirma Jean-Sébastien Fallu, experto en adicciones en la Universidad de Montreal.
Esta postura no es compartida por otros especialistas en adicciones. La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Crimen (UNDOC) remitió este miércoles a un comunicado, en el que rechazaba la iniciativa. “Esta decisión contraviene los postulados de las convenciones para el control de las drogas, y mina el marco legal internacional sobre el control de drogas”, afirmó. Y criticó que, dado el historial de Canadá en la lucha contra los estupefacientes ilegales, debería haber actuado conforme a las directrices internacionales.
El Panel Internacional de Control de Narcóticos (INCB por sus siglas en inglés, independiente pero vinculado a la UNDOC) también reiteró su rechazo a la decisión del Gobierno de Justin Trudeau. Con la medida, Canadá contribuye a “debilitar el marco legal internacional para el control de drogas”, afirmó, e incumple los tres convenios sobre drogas de la ONU. Pero, además, destacó su preocupación por el “impacto en la salud pública, especialmente de los jóvenes, que pueden tener estas decisones políticas”. En este terreno, François Legault, primer ministro quebequés, declaró que presentará un proyecto de ley para elevar la edad a 21 años en su provincia desde los 18 que estipula la ley estatal. Aduce que eso es lo que recomienda la Asociación Médica Canadiense por el impacto de las sustancias en el desarrollo cerebral de los jóvenes.
Ignacio Calderón, vicepresidente de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD) española, recela del mensaje que puede darse de que se trata de una sustancia de poco riesgo, y que la sitúa al nivel del tabaco y el alcohol. Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, coincide y destaca que tiene “riesgos físicos y psíquicos”. “Legalizar el uso recreativo es una barbaridad”, zanja Calderón. “Esto es como la OTAN; de entrada, no”, afirma Pascual. Por su parte, el Ministerio de Sanidad español manifestó ayer que una legalización de la marihuana recreativa “no está en la agenda”.
Otro aspecto que ha provocado debates en Canadá es qué ocurrirá con los individuos que tuvieron un expediente criminal por posesión antes de la legalización. Ayer, un funcionario federal declaró que se eliminarán los antecedentes penales a quienes fueron condenados y cumplieron condena por posesión de hasta 30 gramos de marihuana, que ahora es el límite legal. Unas 500.000 personas están en esta situación. Este miércoles, en un tuit, Trudeau resumió los objetivos de la medida: “Beneficios fuera del alcance de los delincuentes. Más protección para nuestros niños. Hoy, Canadá legaliza y regula estrictamente el cannabis en todo el país”.
30 gramos máximo
Compradores. La ley de Canadá establece que los compradores tienen que ser mayores de 18 años. Quebec plantea subirlo a los 21 años.
Cantidad. Cada comprador podrá adquirir un máximo de 30 gramos. En provincias como Terranova no se podrá consumir en lugares públicos, en otras sí.
Domicilio. La ley permite que se tengan hasta cuatro plantas en una vivienda.
Establecimientos. La venta en algunos Estados estará en manos de empresas privadas. En otros se abrirán despachos públicos.
Abstinencia. Los distintos Estados del país han establecido periodos de abstinencia a policías y otros empleados públicos, que van desde los 28 días a otros en los que simplemente se les pide ir sobrios a trabajar.