Los empresarios mexicanos se han reunido este lunes con el presidente, Andrés Manuel López Obrador, para limar asperezas y darle una segunda oportunidad a la relación entre la iniciativa privada y el nuevo Gobierno mexicano. La cita en Palacio Nacional era para una reconciliación. Los puentes se habían roto tras la cancelación del nuevo aeropuerto de Ciudad de México en diciembre de 2018, al que le siguieron un par de meses de ataques entre ambos sobre la desconfianza que cada uno despertaba en el otro. El hielo se ha roto con la petición de López Obrador a los empresarios de invertir más en México y la nueva promesa se ha sellado con la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.
La iniciativa, ha dicho López Obrador, parte de la necesidad del Estado de que los empresarios echen mano de sus inversiones para empujar un crecimiento de un 4% del Producto Interno Bruto (PIB), algo que no ha ocurrido en la última década. “No se podría aumentar el crecimiento económico de México, no se podrían alcanzar mejores niveles de desarrollo y de bienestar sin la participación de todas, de todos los mexicanos. No podría hacerlo sólo el sector público, sólo el Estado; se requiere de la participación del sector privado y del sector social”, ha mencionado en su discurso en la reunión.
El esfuerzo está nuevamente en manos del empresario Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia. Romo se había encargado durante la campaña presidencial de aclarar a los empresarios sus dudas sobre el futuro gobierno de López Obrador. El efecto de tranquilidad permeó en la iniciativa privada en la etapa final de la contienda, pero desapareció después de que López Obrador convocara a una consulta pública para definir el futuro del principal aeropuerto de México y decidiera cancelarlo. Aunque la confianza menguó, Romo retomó el tono conciliador y dejó claros los objetivos de su mediación: “Necesitamos una inversión consistente. La consigna es crecer, crear riqueza para todos y hacerlo en un marco de paz laboral”.
Carlos Slim y Alberto Baillères —dos de los hombres más ricos de México, según la revista Forbes— escucharon en primera fila la nueva propuesta del Gobierno mexicano. La mención de López Obrador al aeropuerto en disputa se redujo para agradecer a los inversionistas su paciencia en el proceso de cancelación, pese a que los empresarios hicieron pública su preocupación sobre los riesgos económicos de cancelar la obra. La conversación que comenzó en Palacio Nacional por la mañana, se trasladó por la tarde al Consejo Mexicano de Negocios (CMN), el grupo que concentra a los 60 presidentes de las empresas más potentes de México.
El CMN fue muy crítico con López Obrador durante la campaña electoral. Ahora, han optado por respaldar su plan de inversión pero señalando también sus preocupaciones. Alejandro Ramírez, presidente del Grupo Cinépolis, apuntó que entre los empresarios existe inquietud sobre el papel que los sindicatos han tomado en los últimos años con episodios de corrupción. “Será indispensable que no se tolere la extorsión a trabajadores y empresas por parte de algunos líderes, porque sólo así podremos continuar abonando a la generación de más empleos y no a su destrucción”, dijo Ramírez. Y señaló también la intención de López Obrador de modificar el sistema educativo: “Le hacemos un llamado franco a que no se pierda el anclaje constitucional para los procesos de ingreso y promoción en la profesión magisterial”.
En ambos foros, López Obrador insistió en el impulso económico que México necesitará en los próximos años para romper diversas brechas. Su ofrenda de paz fue un despliegue sobre los proyectos que su Gobierno emprenderá en los meses por venir, como el Tren Maya en la Península de Yucatán; el sector energético con el impulso de las empresas estatales Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE); y el desarrollo del Istmo de Tehuantepec y el Puerto de Veracruz. “Con bienestar y con crecimiento vamos a serenar al país”, les ha dicho.