Tumultos, peleas y ataques de pánico a bordo de un buque fuera de control
La situación del Open Arms evoluciona de la peor forma posible. La tensión y la desesperación están tocando techo a bordo del buque español, después de 17 días de bloqueo en el mar, los cuatro últimos frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa. El domingo por la mañana, un día después del desembarco de los 27 menores no acompañados, la frustración entre el pasaje explotó y cinco personas se lanzaron al mar desde la cubierta, con chalecos salvavidas, con la intención de llegar nadando hasta la costa, que está a menos de un kilómetro de distancia. Los socorristas del barco se tiraron detrás de ellos y consiguieron alcanzarlos y devolverlos al barco.
Cuando llegaron a cubierta, el resto del grupo increpó a los que se habían tirado al agua y se formó un tumulto en el puente de la embarcación, que la tripulación a duras penas consiguió sofocar. La ONG divulgó un angustiante vídeo en el que se aprecian momentos de exasperación, se escuchan llantos y se ve gritar a varias mujeres. “Llevamos días avisándolo, ¿qué más necesitamos? ,¿muertos? ¿Los que no han muerto en el mar tienen que hacerlo aquí en el Open Arms?”, clama Óscar Camps, el fundador de la ONG.
La organización envió el domingo al puerto de Lampedusa una solicitud urgente de desembarco, apoyada con un informe de lo ocurrido por la mañana y con otro firmado por el psicólogo de la ONG Emergency, Alessandro di Benedetto, que acredita una condición de “extrema vulnerabilidad, tanto física como psicológica, agravada por la condición de incertidumbre y el nivel de estrés que se vive en la nave”.
La desesperación y la ansiedad que se ha ido acumulando en el pasaje en estas dos semanas ha derivado en ataques de pánico, peleas, episodios de agresividad e incluso intentos de suicidio, cada vez más frecuentes, hasta el punto de resultar “incontrolables”, tal y como apunta Di Benedetto. Teniendo en cuenta estas condiciones y el deterioro psicológico progresivo de los inmigrantes, la tripulación ha insistido en que poner rumbo hacia Algeciras y encarar una travesía que podría durar entre cuatro y seis días, en función del estado del mar y de las condiciones meteorológicas resulta “inviable”, y ha reiterado la petición de que se permita el desembarco con urgencia.
El sábado la tripulación del buque español advirtió de que la situación estaba fuera de control y ya no podían garantizar la seguridad de las 107 personas que llevan a bordo. Di Benedetto, que está en el barco para prestar atención a los inmigrantes ha alertado en diferentes ocasiones que las siete operaciones diferentes de evacuación que se han llevado a cabo han hecho mella en los ánimos del pasaje y han generado frustración entre los que se quedan a bordo. “Cada vez que se evacúa a alguien, el barco se convierte en una caja de bombas”, ha señalado un portavoz de la ONG a este diario.
Matteo Salvini, en plena crisis con sus socios de Gobierno del Movimiento 5 Estrellas, arrecia su pulso político. El líder de la ultraderechista Liga, que desde la entrada en vigor hace unas semanas de la Ley de Seguridad impulsada por él tiene mayores poderes, ha reafirmado su negativa a permitir el desembarco , por lo que solo se vislumbran dos posibles vías alternativas de desbloqueo. Una es la española, con el desembarco en Algeciras, que la ONG no ve viable. La otra vía depende de la fiscalía italiana de Agrigento, que ha abierto una investigación, por el momento contra desconocidos, para determinar si se está cometiendo un delito de secuestro de personas. El fiscal adjunto Salvatore Vella trata de esclarecer quién ha bloqueado el desembarco del Open Arms a pesar de la sentencia del Tribunal administrativo del Lazio que autorizó a la nave el pasado miércoles a entrar en aguas territoriales. Y a pesar también de que la Guardia Costera, dependiente del ministerio de Transportes no viera impedimento para permitir la entrada del buque español a puerto y urgiera ya el viernes al ministerio de Interior de Matteo Salvini a comunicar sus impedimentos, si es que los tenía.
El fiscal pidió también que la policía judicial y un equipo médico realizaran una inspección a bordo para determinar las condiciones del pasaje y corroborar la “situación de necesidad” que la ONG había alegado para solicitar el desembarco inmediato por emergencia humanitaria. El equipo de la ONG asegura que los sanitarios que subieron al barco describieron las condiciones en las que encontraron al barco como “inhumanas”.
El fiscal, con los informes en la mano, deberá valorar en las próximas horas cómo proceder. Atendiendo a otras situaciones de bloqueo similares, podría solicitar la incautación del barco para conducirlo a puerto y forzar el desembarco.
Mientras el Open Arms permanece congelado a menos de una milla de la Cala Francese de la isla de Lampedusa, los desembarcos de inmigrantes no se detienen en la isla. Unas horas después de que Salvini accediera al desembarco de los menores no acompañados, “en contra de su voluntad” y después de haber retrasado su evacuación durante dos días, en el mismo muelle desembarcaron 56 inmigrantes tunecinos. Según ha podido saber este diario, todos habían salido de las costas de Túnez en una embarcación de madera, que la Guardia Costera italiana interceptó a 4 millas de la costa. Los guardacostas condujeron a los náufragos al puerto y desde ahí fueron trasladados en torno a las 11 de la noche en cuatro furgonetas al centro de acogida de la isla.
El puerto de Lampedusa, que estos días es un hervidero de turistas se ha convertido también en el escenario de debates improvisados sobre inmigración entre desconocidos que tratan de distinguir a lo lejos el Open Arms y sacar alguna foto. Alessandro Caglio es de Palermo y ha venido con su mujer y su hijo de vacaciones. “Deberían permitir desembarcar a todos los inmigrantes que escapan de la guerra y del hambre, no pueden tenerlos prisioneros en el mar”, dice mientras su familia le secunda. Elisabetta ha llegado desde Calabria para pasar unos días comenta, al lado: “Esto parece una trata de esclavos”. Le responde Annamaria Pontari, que también está haciendo turismo: “Pedimos que los ayuden en sus países de origen y no se den más situaciones así”.
En un clima cada vez más encendido, el alcalde de Lampedusa, Salvatore Martello cree que “quién pronuncia la frase ‘gestionar la inmigración’ tiene la peste y quién dice que los inmigrantes no deben llegar es un santo”. Francesco Piobbichi, voluntario de la ONG Mediterranean Hope que trabaja en varios proyectos de acogida en la isla del Mediterráneo, cree que el ministro de Interior, Matteo Salvini “ha construido su retórica utilizando el escenario de la frontera para manipular en términos emocionales el concepto erróneo de ‘invasión’”. Y añade: “Habla solo de las ONG y no del resto de desembarcos porque utiliza esta manipulación para movilizar constantemente a su electorado”. “Todo lo que hace Salvini es una campaña contra Open Arms”, ha señalado el fundador de la ONG española.