Un refugio paradisíaco que no tiene ni puertas ni ventanas (ni las necesita)

Fue hace ocho años. Emmanuel Picault encontró por azar un terreno en lo alto de un monte en el estado de Morelos y tuvo la idea de construirse una casa de fin de semana sin puertas ni ventanas. Libre de compromisos, completamente abierta. “Un lugar para celebrar el ocio, la intimidad y el sol”, explica. Sin estudios formales en arquitectura, Picault se define como creador, más que como arquitecto o interiorista. Influido por la arquitectura emocional de Matías Goeritz, es coautor de proyectos como el restaurante Nüba en París, el club M.N Roy y el bar Jules, ambos en Ciudad de México.

Picault concibió Santa Catarina sin planos, dejando libre el diseño y añadiendo partes según las necesidades del momento. Utilizó hormigón y la piedra volcánica de la zona para erigir una construcción que parece una obra a medio hacer –incluso abandonada– y que él describe como un work in progress. Un conjunto arquitectónico de inspiración brutalista que emula las edificaciones prehispánicas de los aztecas.

La decoración es tan singular como su construcción. Picault, que fundó en 2001 Chic by Accident, una galería de antigüedades que revolucionó el diseño mexicano, ha llenado los espacios de piezas de grandes nombres locales –Arturo Pani, Eugenio Escudero, Don Shoemaker–, pero también de objetos de mercadillo. Sin reglas.

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