Crimen organizado, corrupción y economía informal. Tres de los peores fantasmas de México que podrían atajarse mediante la reducción e, incluso, la desaparición total del dinero en efectivo. Sobre esta tesis central giró el foro No Money organizado por EL PAÍS, VISA y BBVA Bancomer este jueves en la sede de la entidad bancaria en la capital mexicana. Expertos de la banca, empresas e instituciones públicas analizaron el escenario actual y los pasos a seguir para potenciar las transacciones digitales.
“Un mundo sin efectivo es un mundo mejor”, defendió el director general de Desarrollo de Negocios de BBVA en México, Hugo Nájera, en la primera de las mesas. En la batalla por un futuro sin billetes ni monedas, abonada por los avances tecnológicos, México parte de una posición intermedia en la clasificación mundial. Frente a países punteros como Suecia, donde apenas el 1% de los pagos se siguen haciendo con efectivo, en el país norteamericano oscilan en torno al 30%. Las causas: poca atención de las políticas públicas, una baja bancarización y, en general, un ecosistema cultural y político con pocos incentivos para acabar con el dinero.
“La primera medida necesaria sería que el Gobierno en todas sus instancias dejara de utilizar efectivo para pagar nóminas, programas sociales o cualquier otro apartado”, apuntó Juan Pardinas, director general de Instituto Mexicano para la Competitividad. “Cuanto más efectivo –añadió–, menos trazabilidad de las operaciones, más opacidad y, por tanto, más corrupción”. ¿Cuántos días puede uno sobrevivir en México sin utilizar dinero? Esta provocadora pregunta retórica lanzada desde otro de los paneles puso encima de la mesa la complejidad del tejido social y económico del país. En México conviven las mayores empresas globales con una gigante bolsa de trabajadores precarios e invisibilizados. Seis de cada diez mexicanos viven de la economía informal. Una cifra que coincide casi exactamente con el 56% de la población que no tiene ni cuenta bancaria ni red financiera alguna. “La lucha contra el efectivo es también la lucha por la bancarización”, apuntó Nájera.
Más allá de las demandas del sector bancario mexicano para consolidar la implantación de las cuentas bancarias al asociarlas a una nómina o al pago de cuentas de electricidad o gas, también se escucharon voces autocríticas. “Hay un componente importante de seguridad e información. Sigue habiendo mucha gente que los pagos electrónicos los ven como una pesadilla”, apuntó la profesora del Instituto Tecnológico Autónomo de México y directora de México, ¿Cómo vamos?, Valeria Moy. Los farragosos trámites burocráticos y el laberinto de comisiones de las tarjetas bancarias estarían también detrás de la falta de incentivos en el mercado. “Como industria nos ha faltado comunicar mejor”, apuntó Arturo Luna, director Ejecutivo de Relaciones con Gobierno, México y Centroamérica de VISA, quien apuntó una reciente medida del Gobierno uruguayo: incentivos fiscales vía IVA para los usuarios que paguen a débito.
Otra de las voces más críticas la aportó María José Roa, investigadora del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, quien sostuvo que el mundo financiero enfrenta, ante todo, un problema de alcance dentro de la sociedad. «Se habla de beneficios para aquellos que ya estamos incluidos en el sistema, pero es una realidad que la mayor parte de la población esta excluida. Hay que hablar de herramientas para fomentar la inclusión financiera», manifestó. Impulsar la bancarización y el comercio en línea es importante no solo para la gente, sino también para las pequeñas y medianas empresas, defendió Alfonso Lomelí, director de Kichink, una plataforma mexicana de e-commerce, quien además señaló que en México las transacciones en línea representan solo el 1%, mientras que el promedio global es del 8%.
“Tenemos que lograr que las transacciones digitales sean más fáciles para el que paga y más baratas para el que vende”, subrayó Nájera. México cuenta desde hace apenas un par de meses con una legislación específica para el entorno económico digital: la ley Fintech. “Se trata de una buena ley, porque obliga al registro y control de los emisores de criptomonedas”, señaló el comisario jefe y coordinador Unidad de Prevención de Delitos Electrónicos, Oliver González, quien subrayó también que el 60% de las denuncias que han recibido en lo que va de año están relacionadas con fraude e información maliciosa.
Las criptomonedas fueron un capítulo aparte. «Por lo menos 13 países al año entran en crisis. El valor de la moneda se desploma y la gente pierde el control sobre su dinero», señaló Felipe Vallejos, jefe de Regulación de Bitso, la mayor empresa de bitcoin de Latinoamérica. Muchos de los problemas del sistema financiero se resolverían, según él, si la gente usara la moneda virtual. «Las criptomonedas dan movilidad, son portables, tienen bajo costo, eliminan hasta el 90% de los intermediarios y el sistema en diez años no ha dejado de operar nunca», apuntó.
El futuro de la banca móvil
El futuro de la banca móvil y la penetración de esta en la vida de las nuevas generaciones también se puso a debate. A Daniel Granatta, consultor en innovación, le gusta pensar en posibles escenarios que van desde «bancos que se convierten en espacios de coworking» o situaciones donde «los millennials cambien influencia por comida», dijo provocando las risas del público, compuesto mayoritariamente por jóvenes.
En un tono más serio, Gustavo del Ángel, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas, alertó sobre los cambios que traerá el fin del dinero en efectivo a las sociedades. «El uso del sistema financiero a través de los dispositivos digitales está redefiniendo la forma en que nos planteamos nuestra privacidad, el concepto de ciudadanía y nuestra relación con los otros», manifestó. En este sentido, Del Ángel aseguró que es necesario que los jóvenes comiencen a involucrarse en el tema para poder formar parte del sector que defina estos aspectos en el futuro.