Muere Lourdes Ruiz, la reina mexicana del albur
El barrio de Tepito está de luto. Lourdes Ruiz Baltazar, conocida como la Reina del Albur o la Verdolaga Enmascarada, una de las principales exponentes del arte de los albures –frases que combinan el humor y picardía–, ha muerto en Ciudad de México. El deceso fue dado a conocer este sábado por la secretaria ejecutiva adjunta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) Eunice Rendón. “Con profunda tristeza lamento la muerte de una GRANDE @Reinadelalbur #Cabrona quien me enseñó de todo y de la grandeza del #BarrioBravo #Tepito y de su gente”, ha escrito la funcionaria de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior) en su cuenta de Twitter. Hasta el momento, no se han dado a conocer las causas del fallecimiento.
De sonrisa franca y ágil con la palabra, la comerciante de Tepito siempre se mostró recelosa de revelar su edad, ante esta pregunta solía contestar con un albur: «Tengo cuarta y todavía pico». El reinado de Lourdes Ruiz comenzó en 1997, año en que ganó el concurso de albures Trompos contra Pirinolas, organizado en la capital del país. Esta victoria fue el primer paso de una trayectoria de más de 20 años combinando el ingenio, el humor, los genitales y la picardía mexicana. Enferma de cáncer desde la niñez, según contaba sin querer entrar en mayores detalles, la risa fue su principal medicina. En una entrevista con EL PAÍS el año pasado la también comerciante de ropa reconoció las altas y bajas de su salud. “El cáncer no se cura, ni aquí, ni en China, ni en ninguna parte del mundo, pero la sustancia que emana la sonrisa nos hace resistentes al cáncer”, declaró en aquel momento.
Su abuela fue su mejor maestra de albures y Tepito fue la cuna que le llevó a dominar los laberintos del lenguaje y el doble sentido: «cuando tú vas de subida, el otro ya se vino de bajada; qué pasitos tan cortos, te imaginas cómo están los largos; qué sientes cuando me voy, qué emoción cuando me vengo yo», son algunas de las frases donde hizo gala de su creatividad. En un barrio donde imperan las noticias de inseguridad y contrabando ella era un orgullo para los comerciantes de Tepito. Todos sabían dónde estaba su puesto de ropa, bastaba con permanecer en silencio a escasos metros de su puesto para empezar a escuchar su tradicional pregón: «¿Qué talla jefa, qué talla?». Sus ingeniosas frases eran razón de alegría entre los paseantes y sus compañeros comerciantes.
Ruiz Baltazar siempre defendió el albur como un juego de inteligencia, como un puente para saber escuchar. «Yo enseño a deshebrar las palabras, estirarlas y exprimirlas porque eso es de lo que se trata, de jugar con todas las palabras que conocemos. Nosotros los mexicanos hemos aprendido a reírnos de nuestras propias desgracias, por eso el albur es parte de nosotros”, declaró en marzo del año pasado.
De acuerdo con el cronista oficial –distinción del Gobierno capitalino– del Barrio Bravo, Alfonso Hernández, los cursos que impartía la Verdolaga Enmascarada servían para difundir el albur, un patrimonio cultural nacido en Tepito. Su vocación como promotora del doble sentido la llevó a participar en decenas de concursos en los distintos Estados del país y en programas de televisión. También publicó un libro de albures y actuó en la serie Ingobernable de Netflix. En el tintero dejó el proyecto de publicar un segundo libro de albures.
Tras darse a conocer su muerte han sido numerosas las condolencias que se han publicado a través de las redes sociales. De la mano del albur, Ruiz Baltazar viajó, escribió libros y se convirtió, casi sin quererlo, en una celebridad de la cultura popular mexicana. A pesar de estos éxitos, la Verdolaga Enmascarada nunca dejó de atender personalmente el puesto de ropa que heredó de sus padres en las calles de Tepito, el barrio de sus amores.
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