El abuelo de López Obrador que según la leyenda cruzó el Atlántico escondido en un barril
Asegura una biografía basada en testimonios de familiares que José Obrador cruzó el Atlántico escondido en el barril de un barco. Para algunos, lo del barril es un ingrediente épico para sazonar una aventura de película. José Obrador tenía 14 años y llevaba documentación falsa en aquella travesía. Desembarcó en Matanzas (Cuba), donde trabajó como barrendero y dependiente en una tienda de ultramarinos. Llegó a México en 1917 para reunirse con dos de sus hermanos. Cuando un siglo después Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hizo el viaje inverso para visitar Ampuero, el pequeño municipio cántabro del que partió su abuelo, convirtió los recuerdos sobre sus orígenes en un canto a la emigración. Meses más tarde, el nieto de José se convirtió en el presidente más votado de la historia de México.
Desde lo alto del Monte Candiano o desde el Pico de las Nieves, al norte de España, se observa la bella alternancia de solanas y miradores de Ampuero, un municipio formado por 24 núcleos de población que abrazan las montañas. A pesar del agreste paisaje, sus 4.200 habitantes tienen el litoral muy cerca. Apenas 10 kilómetros les separan de las playas de Laredo. Ampuero es también la puerta sur del Parque Natural de las Marismas de Santoña. Pero si algo llama la atención son sus construcciones de estilo colonial. Destilan el pasado migratorio de sus aldeanos. Uno de ellos fue el abuelo de AMLO, que llegó al mundo en una casa cuartel de la Guardia Civil el 11 de marzo de 1893, según la partida de nacimiento que conserva el ayuntamiento.
Sus padres decidieron embarcarlo para que pudiera sobrevivir lejos de la beligerante Europa. Antes ya lo había hecho su hermano mayor, Manuel, y al poco les seguiría Félix. Los tres abrieron una tienda en Tabasco a la que llamaron El Palacio. Vendían telas y alimentos, relata la periodista mexicana Blanca Gómez en ¿Y quién es AMLO?, una biografía no autorizada del político que publicó en 2005. Los familiares directos del presidente cuentan en sus páginas que otros hermanos, como Ramiro y Eloy, desarrollaron su vida en Cuba, mientras que las mujeres de la familia y Sixto, el hermano mayor, se quedaron en Cantabria. José conoció en Frontera (Estado de Tabasco) a Úrsula González, una descendiente de asturianos, y de su unión nacería Manuela, la madre de AMLO, a quien tanto evoca cuando el nuevo presidente mexicano habla de su infancia.
“Sabía que López Obrador sería presidente, pero había ciertas lagunas que contar, como sus orígenes. No es un político tradicional, no forja su carrera en puestos públicos y empieza trabajando con indígenas en Tabasco. Es un dirigente social que se desvincula del PRI [el Partido Revolucionario Institucional, que gobernó México durante siete décadas y al que pertenecía el presidente saliente, Enrique Peña Nieto]», explica Gómez. En su opinión, ese compromiso político es una herencia de su familia cántabra. Gómez apunta en su libro que la “desmedida obsesión” del gobernador de Tabasco (Tomás Garrido, que gobernó el Estado entre 1919 y 1934) por erradicar las creencias religiosas encontró la oposición de los Obrador, muy católicos. Los tíos de López Obrador tuvieron que exiliarse y José incluso fue encarcelado. No volvió a Tabasco, donde abre una tienda llamada La Revoltosa, hasta mediada la década de los treinta, cuando Lázaro Cárdenas alcanzó la presidencia de México. 20 años después, en 1953, nació el actual presidente.
“Mi abuelo siempre decía con orgullo que era de Ampuero”, reconoció López Obrador a sus vecinos en septiembre del año pasado, durante la visita que realizó invitado por el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. En primera fila estaban sus parientes Carmen, Nicolás y Francisco, aunque ninguno de ellos vive hoy en Ampuero. Se saludaron con efusividad y recordaron sus orígenes. Esos días la localidad celebraba sus fiestas patronales, con sus famosos encierros, y AMLO, aún en campaña, recibió un pañuelo rojo que enseguida colgó de su cuello. El alcalde, Patricio Martínez, le entregó un escudo de Ampuero en cerámica, y este López Obrador se comprometió a colocarlo en su despacho del Palacio Nacional. Sin embargo, el hoy presidente de México se quedó sin probar las famosas croquetas que cocinan en Casa Solana, un restaurante con una estrella Michelín junto al santuario de la virgen de La Parecida, patrona de Cantabria. No se descarta que pueda hacerlo en un futuro próximo, a tenor de la gran amistad que fraguó con Revilla durante aquellos días.
Unos meses después, el presidente de Cantabria fue invitado de honor en la toma de posesión de AMLO del pasado 1 de diciembre. Y pasó con él unos días en La Chingada, su finca de Tabasco. “Yo le invité a venir a Cantabria atraído por su tenacidad. López Obrador ha soportado la ofensiva de grandes poderes», describió Revilla, que atribuye ese hecho el que AMLO fundara hace tres años el movimiento de regeneración Morena. Según su propia confesión, el viaje «le impactó muchísimo». Revilla recordó que el abuelo de AMLO, José Obrador, hablaba a sus nietos de su tierra como “la más verde del mundo” y recuerda que un sobrino suyo, el hijo de Sixto, llegó a ser uno de los pioneros de la neurociencia española. Incluso trabajó en el Hospital Español de la capital mexicana muchos años antes de que Obrador se convirtiera en el jefe de Gobierno de la capital.