Quezada, el día que desenterró el cuerpo de Gabriel: “Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel”

«Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel». De esta forma se animaba a sí misma Ana Julia Quezada el día en que desenterró el cuerpo de Gabriel Cruz, de ocho años, de la finca de Rodalquilar (Níjar, Almería) donde lo mató días antes. La frase quedó recogida en las grabaciones practicadas por los investigadores en el coche de Quezada, según ha relatado este miércoles el teniente de la Guardia Civil instructor del caso en la tercera jornada del juicio a la autora confesa de la muerte del hijo de su entonces novio.

El jurado popular también ha escuchado que Quezada era “fría y calculadora” cuando vivía en Burgos con su entonces marido y dos parejas más. Así la ha descrito por videoconferencia un capitán de la Guardia Civil de la ciudad, que recabó los testimonios de familiares de estos hombres, que contaron cómo en privado la acusada se mostraba distante y en público calurosa. Los hijos de uno de ellos, gravemente enfermo, contaron que ella se entretenía con una tableta mientras él estaba esperando una ambulancia que le trasladase a un centro hospitalario.

Entre los siete testigos convocados este miércoles, estaba previsto que declarase también por videoconferencia el exmarido de Quezada, Miguel Ángel Redondo, con quien estuvo casada desde 1992 hasta 2008, pero las partes renunciaron a interrogarle. Durante esta época, murió la hija adoptiva de cuatro años de este hombre tras caer por una ventana, en 1996. La investigación concluyó que la caída fue accidental.

Sí ha declarado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincia de Almería Francisco Cruz, tío de Gabriel, que ha explicado que cuando estuvo en la finca de Rodalquilar, mientras participaba en la búsqueda de su sobrino, le sorprendió ver allí «una pala, un hacha y un rastrillo ordenados, bien puestos, en línea, como cuando vas a un examen y colocas los bolígrafos en línea». «Me extrañó muchísimo porque Ángel (padre del niño y novio en aquella época de Quezada) no tiene herramientas allí. La pala estaba en otro cortijo que vendimos y del que se limpió todo para pasarlo a casa de mi madre en Las Hortichuelas», ha dicho a preguntas de las acusaciones, que intentan demostrar que Quezada actuó con premeditación y trasladó las herramientas a la finca donde tendría planeado matar al niño.

También ha asegurado que las llaves de la finca solo las tenían él y su hermano Ángel, que la puerta de acceso solía estar cerrada y que se sorprendió al encontrarse a la acusada fumando junto a la piscina. Según el testigo, Quezada se puso «muy nerviosa» cuando días después de la desaparición de Gabriel vio aparecer a un grupo de personas que la sorprendieron en la finca.

Muchísimas gracias a todas las muestras de afecto y cariño recibidas. Los derechos humanos son intocables, así como los niños. #porlasonrisadeGabriel Gracias infinitas a los que alzáis la voz junto a la nuestra en la lucha de un trato más sensible y con el respeto que se merece. pic.twitter.com/KZDTiLvUtf

— Patricia Ramírez (@PatriRamirez_) September 11, 2019

Por su parte, el capitán José María Zalvide, jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería, ha relatado detalles de la investigación durante la búsqueda del pequeño. “Nos extrañó”, dijo, “que Ana Julia perdiera el móvil dos veces”, una el día 2 de marzo durante una batida, y otro el día 3 en Vícar. «El teléfono desparece misteriosamente del vehículo en el que iba. Nos llama la atención”, ha detallado.

Un día antes, Quezada reconoció haber dado muerte a Gabriel pero mantuvo que el fallecimiento había sido accidental. Al contrario que en anteriores testimonios, contó que el día de su detención, cuando llevaba el cadáver del pequeño en el maletero de su coche, no pretendía hacerlo desaparecer, sino dejar el vehículo en la casa que compartía con el padre del niño, Ángel Cruz, escribir dos cartas pidiendo perdón y tomarse todos los tranquilizantes que tenía en su poder para suicidarse.

«No tenía intención de hacerle daño a nadie», dijo la acusada, que evitó responder a las preguntas de la acusación particular ejercida por Francisco Torres «por respeto a la familia». Quezada se enfrenta a la prisión permanente revisable, pena solicitada por la Fiscalía y por el representante de la familia del niño.

También los padres del pequeño, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, hablaron este martes ante los nueve miembros del jurado. Declararon a puerta cerrada por la tarde, al igual que Carmen Sicilia, abuela paterna del niño, y de una prima de Gabriel, Mabel, de 13 años. Ramírez ha agradecido este miércoles, a través de Twitter, «las muestras de afecto y cariño recibidas». «Los derechos humanos son intocables, así como los niños.Gracias infinitas a los que alzáis la voz junto a la nuestra en la lucha de un trato más sensible y con el respeto que se merece», ha añadido.