Los líderes europeos suspenden la cumbre ante el pulso sin precedentes por la cúpula de la UE
Noche en blanco y poco más, de momento. Los líderes de la Unión Europea han suspendido a las 12:30 de este lunes las negociaciones para el nombramiento del futuro presidente de la Comisión Europea, iniciadas a las seis de la tarde del domingo. «Una vez que hayamos dormido, quizá haya posibilidad de encontrar un compromiso», señaló la canciller alemana, Angela Merkel, tras poner fin a casi 24 horas de incensante e infructuoso regateo.
La maratoniana secuencia apuntaba a un reparto de cargos que otorgaría a los socialistas la presidencia de la Comisión Europea, a los populares la presidencia del Consejo y la del Parlamento, y a los liberales el puesto de Alto Representante de Política Exterior. Pero el castillo de naipes para esa distribución requiere también incluir los equilibrios geográficos y de género de los posibles candidatos. Y el enrevesado montaje se les ha derrumbado a unos líderes presumiblemente exhaustos después de larguísimas horas de negociación. Para algunos de ellos, acrecentadas porque llegaron tras el largo viaje a Osaka para la cumbre del G-20.
El presidente francés, Emmanuel Macron, lamentó el segundo fiasco en apenas 10 días (la cumbre del 20 de junio tampoco logró aprobar los nombramientos) y advirtió que «estamos dando una imagen de Europa que no es seria». Al igual que Merkel, el presidente francés abogó por recuperar sueño porque «el cansancio conduce a crispaciones innecesarias».
Tanto Merkel como Macron admitieron su parte de responsabilidad en la tensión sufrida durante la cumbre, debida en parte a la reacción de algunos gobiernos, sobre todo conservadores, al reparto perfilado por los grandes países (Alemania, Francia, España y Holanda) durante la cumbre del G-20 en Osaka (Japón). «Quizá hemos sido negligentes en la comunicación», señaló Merkel, tras comprobar que muchos de los miembros de su familia política, el Partido Popular Europeo, se sentían defraudados y casi traicionados por un principio de acuerdo que cedía a los socialistas la presidencia de la próxima Comisión Europea.
Los contactos seguirán en las próximas horas, en principio, entre los líderes de cada familia política. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha vuelto a convocar a los 28 presidentes de Gobierno este martes, a las 11 de la mañana. Objetivo: lograr un acuerdo sobre la presidencia de la Comisión antes de que el Parlamento Europeo, que se constituye mañana en Estrasburgo, mueva primero ficha al elegir el miércoles su nuevo presidente. Los Gobiernos quieren evitar que el Parlamento coloque la primera pieza del rompecabezas, porque les condicionaría aún más el encaje político, geográfico y de género del resto de cargos.
Pero la posibilidad de que el Consejo Europeo alcance un acuerdo cuando retome la sesión no está garantizada, a la vista de las profundas diferencias surgidas durante la primera parte de la cumbre recién concluida.
El único aspirante con posibilidades de éxito al comienzo del encuentro, el socialista holandés Frans Timmermans, se ha topado con las objeciones de los gobiernos del Partido Popular Europeo (PPE). El nombramiento de Timmermans supondría un giro de calado al frente de la institución más visible del poder comunitario, al pasar por primera vez en 15 años de un mandatario conservador a otro socialdemócrata. Pero los equilibrios de poder entre las tres principales familias políticas de la UE (populares, socialistas y liberales) mantienen por ahora en vilo el reparto de cargos.
Al filo de las 10 de la mañana, la candidatura de Timmermans parecía con posibilidades de salir adelante, según fuentes diplomáticas. El acuerdo in extremis que se busca podría pasar por otorgar a los populares tanto la presidencia del Consejo como la del Parlamento Europeo y dejar a los liberales la jefatura de la diplomacia comunitaria. Pero la decisión definitiva seguía pendiente de una delicada negociación y no se descartaba siquiera la posibilidad de nuevas rondas de contacto o, incluso, de una nueva cumbre europea.
El riesgo de un descarrilamiento de las negociaciones había crecido a partir del amanecer y empezaba a verse como muy elevado al cumplirse 13 horas de reunión. La amenaza de una grave crisis institucional, con un choque de las grandes familias políticas sin precedentes, se cernía en la mañana del lunes sobre un club comunitario que afronta en los próximos meses la posible consumación del Brexit, el riesgo de una guerra comercial con EE UU, la negociación del marco presupuestario para 2021-2027 y los expedientes por la presunta deriva autoritaria de socios como Polonia o Hungría.
«Timmermans es el candidato que concita el apoyo de socialistas y liberales, pero los populares siguen sin encontrar el consenso entre ellos para apoyarlo», señaló una fuente diplomática a las ocho de la mañana del lunes, tras un sinfín de reuniones bilaterales y multilaterales organizadas durante toda la noche.
La profunda división de los conservadores parece condenar al fracaso la segunda cumbre europea organizada para repartir los altos cargos pendientes de renovación (presidente de Comisión, de Consejo, del Parlamento, del BCE y Alto Representante de Política Exterior). La anterior, el 20 de junio, también acabó en fiasco tras constatar que ninguno de los llamados spitzenkandidaten (candidatos designados por los partidos políticos antes de las elecciones al Parlamento Europeo) reunía los apoyos necesarios para ser elegido como presidente de la Comisión.
Las negociaciones recuperaron pulso la semana pasada y, en particular, durante la cumbre del G-20 en Osaka (Japón). Los líderes de Alemania, Francia, España y Holanda, presentes en la ciudad japonesa, tejieron un principio de acuerdo que otorgaba la presidencia de la Comisión a Timmermans, spitzenkandidat socialdemócrata, y la presidencia del Parlamento al de los populares, el alemán Manfred Weber.
Pero el acuerdo se tambaleó durante la reunión del PPE previa a la cumbre de Bruselas. Buena parte de los populares se rebelaron contra el pacto suscrito en Osaka por la canciller alemana, Angela Merkel. La otrora omnipotente dirigente se encontró con una inesperada hostilidad entre líderes hasta ahora proclives a aceptar los dictados de Berlín. La sensación de fin de era ante una canciller en franco declive político se apoderó de la cumbre del PPE y saltó poco después a la cumbre europea.
«Merkel no controla su partido y el asunto parece habérsele ido de las manos», lamentaba una fuente diplomática en los primeros compases de la cumbre. Las objeciones planteadas por los conservadores retrasaron el comienzo de la cumbre durante casi tres horas y media, hasta las nueve y media de la noche.
Y al poco de comenzar, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, constató que la cumbre avanzaba hacia el fracaso y suspendió la sesión para volver a los contactos bilaterales y a las reuniones por colores políticos.
Las idas y venidas se prolongaron hasta pasado el mediodía del lunes. «Las posiciones apenas se han movido en toda la noche y seguimos en el mismo punto de desacuerdo», señalaba una fuente comunitaria. «Los populares siguen sin encontrar una posición común sobre la presidencia de la Comisión y así no se puede pactar tampoco el resto de cargos», añadía la misma fuente.
La larga noche ha dado espacio para numerosos encuentros de coreografía y composición variable. Muchas de las citas han tenido lugar en la delegación española, prueba del protagonismo adquirido por el presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez.
Sánchez, que asumió la representación de los socialistas tras las elecciones del 26 de mayo, concertó sus esfuerzos, sobre todo, con el presidente francés, Emmanuel Macron, cabeza visible de los liberales. Ambos lideran la ofensiva para forzar la alternancia política en la Comisión Europea tras 15 años de presidencia ininterrumpida del PPE.
Sánchez informará el martes sobre la fecha de investidura
ANABEL DÍEZ
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, mantiene para este martes su intención de anunciar la fecha del debate de investidura. El líder del PSOE tenía previsto reunirse con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para informarle de su decisión pero al alargarse la cumbre en Bruselas la comunicación se realizará por teléfono y no de forma presencial.