Ante el abismo, La Masia
El Barça completó un buen partido contra el Betis. La alineación del pasado domingo, sin embargo, difícilmente será la misma el sábado en Pamplona. El once titular ya varió también en el estreno liguero de San Mamés. No hay estabilidad posible cuando el mercado sigue abierto hasta el día 2 de septiembre y el club azulgrana necesita aligerar la plantilla, excesiva en cuanto a centrocampistas, y mantiene su interés por Neymar. Al núcleo duro del vestuario le gusta el brasileño y el presidente, Josep Maria Bartomeu, se desvive por complacer a Messi. Los jugadores también están a favor de la continuidad de Valverde, el valedor por otra parte de Griezmann, un delantero que causa recelo en algunos sectores barcelonistas —también en una parte del vestuario— porque hace una temporada televisó su renuncia azulgrana y renovó por el Atlético.
No es fácil marcar una política deportiva inequívoca cuando se ha prescindido del mánager —Pep Segura— se está a expensas de un calendario que machaca a los futbolistas —el número de lesionados aumenta a diario tras una gira, no una pretemporada— y se atiende a intereses varios como el de los intermediarios, muy influyentes en el Barça. Las idas y venidas de jugadores como Paulinho, Yerri Mina y Malcom, por no citar a Boateng y Murillo —ni preguntar por Alcácer—, o fichajes aparentes que no cuajaron como los de Coutinho o André Gomes, subrayan el mercadeo del fútbol, los bandazos de las directivas y las dificultades de los técnicos para perfilar a sus equipos, y más en el Barça, siempre pendiente del estilo que implantó Cruyff.
La herencia de Cruyff, o si se quiere la manera de entender el juego que tiene el Barça, ha sido el mejor recurso para enfrentar a las etapas de desgobierno general como la que ahora mismo embarga a muchos clubes de LaLiga. Al Barcelona siempre le queda La Masia, una escuela de fútbol que funciona como un conservatorio en el que los jugadores aprenden desde niños un solfeo que debería sonar igual de bien en la Ciudad Deportiva, el Miniestadi o el Camp Nou. La diferencia la marcan los intérpretes, ninguno como Messi, un solista que conoce la partitura desde el lateral derecho hasta el extremo izquierdo mejor que nadie en el Barça.
Aunque el talento ha disminuido y hoy aún no se sabe quién será el ayudante de Kluivert, nuevo responsable del fútbol base, la cantera ofrece promesas interesantes como Carles Pérez y Ansu Fati, dos chicos que fueron detectados por Albert Puig, hoy técnico en Estados Unidos. Puig dejó el club en 2015, como hace poco se fue Joan Vilà, miembro del área de metodología con Paco Seirulo.
A Puig le gustaría ver también a Abel Ruiz y Riqui Puig en el Camp Nou. Ahora de momento disfruta con el protagonismo de los siete jugadores de la cantera que formaron ante el Betis: Piqué, Alba, Busquets, Sergi Roberto, Rafinha, Carles Pérez y Ansu Fati. No son 11, como en tiempos de Tito —25 de noviembre de 2012 ante el Levante—, ni tampoco ninguno, como en abril de 2018 con Valverde.
Al Txingurri le encanta entrenar y hacer de entrenador, preparar el partido y pensar el equipo, la mejor manera para dejar de ser previsible y conservador, como ocurrió ante el Betis. El Barça rompió la rutina y recuperó la esencia: presión, posesión y posición, un dispositivo difícil de defender para el Betis. A partir del magisterio del medio centro Busquets, líder en la recuperación alta, en el último pase y en dar velocidad a la pelota, los azulgrana se montaron sobre los verdiblancos en su cancha y abrieron bien el campo con dos extremos —Rafinha y Carles Pérez— y dos interiores más adelantados que de costumbre: Sergi Roberto y De Jong.
El plan compromete el futuro de Rakitic y Rafinha y exigirá la mejor versión de Arthur e incluso de De Jong, el más discreto en una alineación que tuvo un gran sentido de equipo, jovial y solidaria, capaz de repartirse el campo y los esfuerzos, sin que ningún delantero se desentendiera de defender, empezando por Griezmann, que ejerció de Messi. No se sabe, sin embargo, si el técnico insistirá en la misma vía ni si podrá hacerlo después de la incorporación de jugadores que por su singularidad pueden cambiar el paisaje como Messi, Luis Suárez y Dembéle. Nadie duda de que el capitán mejorará al grupo de Valverde. La incógnita está en los demás figuras y sobre todo en la posible llegada de Neymar. El objetivo es que los fichajes marquen la diferencia a partir del método de La Masia. Y de ahí la importancia que tiene saber elegir —fichar y traspasar—, cosa que hoy no es nada sencilla por el panorama que preside el fútbol y también por la falta de liderazgo en el Camp Nou.
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