Bruselas contacta a varios países en busca de soluciones para el Open Arms

La solución para el Open Arms no parece a la vuelta de la esquina, pero algo empieza a moverse en Bruselas. Once días después del rescate de 121 migrantes en el Mediterráneo y de un segundo salvamento de otras 39 personas a la deriva, sigue sin haber un plan para reubicar a los ocupantes del barco español. El Ejecutivo comunitario insiste en que mientras no haya petición de coordinación formal por parte de un Estado, no está entre sus competencias hacerse cargo de la mediación para desembarcarlos, pero ha iniciado las conversaciones con varios países para desencallar el asunto. «Lo que estamos haciendo en este punto es contactar a los Estados miembros para explorar las opciones de un proceso de reubicación voluntaria», afirman fuentes comunitarias.

Italia y Malta son los países europeos más cercanos al bote, pero ninguno de los dos ha aceptado hacerse cargo de los migrantes más allá de la evacuación médica de varios enfermos: Malta aceptó recoger en helicóptero a dos mujeres y sus familiares e Italia a un hombre. Bruselas prefiere no detallar de momento los nombres de los países contactados para evitar entorpecer el proceso, pero confirma conversaciones informales.

La presión sobre la Comisión para que no se ponga de perfil ha ido en aumento en los últimos días. Incluso el presidente del Parlamento Europeo, el italiano David Sassoli, exigió en una carta a su homólogo en la Comisión, Jean-Claude Juncker, que se implicara en hallar una salida para el Open Arms, pero una portavoz europea señala que no habrá respuesta a la misiva hasta dentro de varios días.

Ningún país europeo ha mostrado su disposición a acogerles voluntariamente. El caso del Aquarius el año pasado supuso un punto de inflexión para España. El Gobierno de Pedro Sánchez, tras aceptar en junio de 2018 el desembarco en Valencia de los 630 inmigrantes rescatados por dicha embarcación, de los que finalmente 60 permanecieron en el país, viró de estrategia al pasar de una posición favorable a su recepción, incluso de manera unilateral, a otra partidaria de la búsqueda de consensos europeos para su reparto.

Doce meses después, sigue sin haber un mecanismo europeo automático, y cada caso se trata individualmente de forma improvisada. El último antes del Open Arms fue el del Alan Kurdi, un buque de bandera alemana que desembarcó en Malta a 40 inmigrantes el 8 de agosto tras poco más de una semana sin puerto donde atracar. En aquella ocasión, una petición de Alemania y la participación de la Comisión Europea allanaron el camino al acuerdo de reparto.