Isabel II, atrapada en el divorcio de la princesa Haya y el emir de Dubái

La misteriosa huida de una princesa amazona, sofisticada y multimillonaria se ha convertido en la historia de un romance fracasado, la cruda exposición de la situación de las mujeres -hasta las más poderosas- en el Golfo Pérsico, un potencial conflicto diplomático que implicaría a la Reina de Inglaterra y una batalla legal entre las dos abogadas de familia británicas más prestigiosas: Helen Ward, “la gran dama de los divorcios”, y Fiona Shackleton, “magnolia de acero”.

Haya Bint Al Husein, de 45 años, hija del anglófilo Husein I de Jordania (fallecido en 1999), y la más joven de las esposas del emir de Dubái, Mohamed Bin Rashid Al-Maktoum, de 69 años, desapareció de su país el pasado 20 de mayo, la última ocasión en la que fue vista en público. Nadie es capaz de asegurar con certeza su paradero, pero los medios británicos aseguran que se halla en Londres, en la residencia de más de 90 millones de euros que posee cerca del Palacio de Kensington. Su marido, según el diario The Daily Mail, ha interpuesto ya una demanda de divorcio contra la princesa en la Sección de Familia del Alto Tribunal de Londres, y se ha ordenado una vista previa para el próximo 30 de julio.

La princesa y el emir comparten su pasión por los caballos. Asiduos de las competiciones del Reino Unido, no pasó desapercibida la ausencia de Haya en las carreras de Ascot, a principios de junio, donde sí pudo verse su sonriente marido. Ahora se ha sabido que, días antes, la reina Isabel II recibió en el Palacio de Windsor e invitó al té a la hija de su amigo y aliado Husein I. La princesa pasó gran parte de su infancia y juventud en el Reino Unido, donde atendió colegios privados de élite y se graduó en Políticas, Filosofía y Económicas en la Universidad de Oxford. Algunos medios británicos aseguran que la reina podría haber dado cobijo en uno de sus palacios a Haya, aunque Buckingham se mantiene oficialmente apartado de este asunto y no ha confirmado los rumores. En cualquier caso, la amistad de la monarca con ambos cónyuges puede acabar involucrándola en un conflicto marital de enormes dimensiones económicas, políticas y humanitarias y colocar en una situación incómoda a la casa real británica.

El emir Mohamed ha contratado los servicios de Helen Ward, quien llevó los divorcios de Madonna y Guy Ritchie, o del magnate de la Fórmula Uno, Bernie Ecclestone de su segunda mujer, Slavica. La princesa Haya se ha puesto en las manos de Fiona Shackleton, que gestionó la ruptura matrimonial del príncipe Carlos de Inglaterra y Diana Spencer y la del príncipe Andrés con la duquesa de York, Sarah Ferguson. Ward presume de jornadas laborales de 17 y 18 horas, y se ha ganado una reputación de agudeza jurídica e intelectual en los tribunales londinenses. Shackleton no hace ascos cuando se le recuerda el notorio episodio en el que Heather Mills le arrojó a la cara un vaso de agua durante su divorcio del exBeatle, Paul McCartney. La abogada logró rebajar a 26 millones de euros los casi 140 que reclamaba Mills.

Algunos abogados de derechos humanos han cuestionado que la justicia británica permita al emir aprovecharse de unas garantías jurídicas que no existen en Dubái. Rodney Dixon representó al académico del Reino Unido, Matthew Hedges, que fue retenido seis meses en el emirato por unas confusas acusaciones de espionaje. “Resulta totalmente inapropiado que el emir pueda usar nuestro sistema judicial, conocido por su imparcialidad, porque resulta más beneficioso para sus intereses personales, cuando el sistema de su país es tan injusto y cruel con los ciudadanos británicos”, ha dicho Dixon al The Daily Mail.

La princesa Haya habría huido acompañada de sus hijos Jalila, de 11 años, y Zayed, de siete, y se ha llevado consigo una fortuna personal de más de 34 millones de euros. No se conocen públicamente los motivos detrás de su decisión, pero los medios enlazan lo ocurrido con el episodio de la princesa Latifa, hija del emir. A finales de 2018, Latifa fue capturada en aguas internacionales cercanas a la costa de India cuando huía de Dubái, con la ayuda de un exespía y hombre de negocios francés y un profesor finlandés de capoeira, un arte marcial de origen brasileño. Las autoridades del emirato aseguraron entonces que todo lo relatado por Latifa era pura ficción, y que había sido secuestrada con la intención de explotarla. La propia Haya se involucró entonces en la defensa de la reputación de Dubái, e incluso utilizó para ese propósito a su amiga, la política irlandesa, Mary Robinson, expresidenta de la República de Irlanda. Al parecer, asegura la prensa británica, Haya habría escuchado recientemente una nueva versión de aquel episodio que le convenció para emprender ella misma la huida, cada vez más acosada por la presión y hostilidad de los miembros de la extensa familia de su marido.