El miedo vuelve a hacer cola ante los bancos

«Sacá los dólares del banco». Ese mensaje empezó a circular como la pólvora de teléfono en teléfono la semana pasada en Buenos Aires. El riesgo de que Argentina vuelva a entrar en cesación de pagos ha reavivado el fantasma del corralito de 2001 y con ese miedo en el cuerpo muchos argentinos recurren al bien más preciado en las crisis: la divisa estadounidense. En los últimos 20 días de agosto, los depósitos en dólares se redujeron en 3.950 millones, según datos del Banco Central, y la sangría se aceleró este lunes, cuando debutó el control de cambios impuesto por el Gobierno de Mauricio Macri. Los bancos fueron autorizados a extender su horario hasta las cinco de la tarde para atender el aumento de demanda y a primera hora del día había filas frente a todos ellos.

Los argentinos que esperaban a que abriesen las puertas eran reacios a hablar, pero algunos aceptaron bajo condición de anonimato. «Quería sacarlos el viernes cerca del laburo [trabajo] y me dijeron que tenía que ser en mi sucursal. Si no me los dan hoy prendo fuego el banco», señaló con bronca un comerciante de 48 años. «Lamentablemente esto ya lo vivimos muchas veces en Argentina», se sumó una mujer jubilada que estaba detrás de él en medio de insultos a Macri porque «nos endeudó y volvió a entregar el país al FMI», en referencia al préstamo de 57.000 millones concedido por el organismo internacional.

Muchos de quienes retiran estos días dólares de los bancos los esconden en casa o los ponen en cajas de seguridad, que a menudo se comparten en familia por las comisiones elevadas y la escasa disponibilidad. «Quedé con mi viejo [mi padre] en el banco y después él me los guardará en su caja de seguridad», comentaba el domingo una docente de 37 años. La demanda de cofres se disparó en las últimas semanas y en muchos bancos del microcentro porteño hay lista de espera. «En casa es muy arriesgado, mirá si te afanan [roban], pero en este momento no podés dejar los dólares depositados», aseguró. En el corralito de diciembre de 2001, millones de argentinos vieron bloqueadas sus cuentas corrientes de la noche a la mañana y las heridas de esa desconfianza no se han cerrado en 18 años. Los que tienen sus dólares en el exterior suspiran aliviados.

El temor a que la devaluación del peso continúe -ha perdido un 23% de su valor desde las elecciones primarias del 11 de agosto- lleva a buscar dólares a toda costa. Algunos trabajadores han sacado sus sueldos recién depositados en la cuenta para pasarlos a dólares. Este lunes el público se encontró con una gran dispersión de valores en la apertura del mercado. «En este momento a 62», respondían en un banco del centro de Buenos Aires sobre el valor de venta del dólar cerca de las once de la mañana. En una casa de cambio situada a dos calles la divisa estadounidense se ofrecía a 65 pesos argentinos. En otra, a 61; al lado la vendían por 59 y había pizarras en blanco o en las que estaba escrito «Consultar». En la calle peatonal Florida y sus alrededores, los arbolitos (los operadores informales de cambio que ofrecen sus servicios a viva voz) comentaban que el precio era «negociable».

Con el paso de las horas el cambio revertió la tendencia y cerró en 57 pesos por dólar en el Banco Nación, cuatro unidades más que el viernes, lo que atrajo la llegada de más compradores. En la casa central de esta entidad, situada frente a la sede del Gobierno, hubo largas filas todo el día y a las tres de la tarde, hora habitual del cierre, quedaban cientos de personas dentro. Otros bancos cercanos mantuvieron sus puertas abiertas hasta las cinco. Mañana, martes, se espera una nueva jornada incierta. En medio del huracán, todos se aferran al dólar.