La Eurocámara humilla a Macron con el rechazo de su candidata a la Comisión
El Parlamento Europeo ha rechazado este jueves la candidatura de la liberal francesa Sylvie Goulard para formar parte de la nueva Comisión Europea, un varapalo que golpea directamente al presidente francés, Emmanuel Macron. La candidata ha sido rechazada por 82 votos en contra, 29 a favor y una abstención. El Partido Popular Europeo ha encabezado la revuelta contra Goulard, vetada tras el segundo examen al que se ha sometido en la mañana del jueves. Nunca antes se había rechazado un candidato francés al puesto. París ha dicho que buscará una solución que le permita conservar la poderosa cartera que le había sido ofrecida a Goulard.
El tremendo castigo a Goulard se interpreta en Bruselas como una revancha política contra Macron. El presidente francés lideró en junio la campaña para impedir que el conservador alemán, Manfred Weber, se alzara con la presidencia de la Comisión Europea. A instancias de Macron, la presidencia fue a parar a la conservadora alemana, Ursula von der Leyen, que ahora debe decidir si sigue adelante con la candidatura y se arriesga a que la Eurocámara vete a todo su equipo en la votación final de confirmación, o le pide a París que presente otro candidato.
La presidenta electa otorgó a Goulard una de las carteras más potentes de su equipo (Industria, Defensa, Cultura, Audiovisual…), lo que colocaba a la francesa como una de las figuras clave para esta legislatura. Pero el batacazo parlamentario humilla a Macron y descoloca el diseño de la Comisión tejido por Von der Leyen. Dos golpes en uno que anticipan un arranque turbulento para la nueva Comisión, que debería tomar posesión el próximo 1 de noviembre.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en París. El Elíseo ha dicho que, por el momento, “toma nota” del voto negativo y que buscará cómo hallar una salida que le permita a Francia mantener la potente cartera que le había sido asignada a Goulard. Para ello, dijeron fuentes del palacio presidencial, Macron “hablará con Von der Leyen, para examinar los pasos a dar” en una fecha aún por fijar.
Aun así, Francia rechaza la tesis de que el no a Goulard sea un castigo a Macron. Según el Elíseo, tampoco supone un cuestionamiento “ni a la competencia ni al compromiso europeo» de la candidata gala, «reconocidos por todos”. El rechazo a su candidatura se debe, más bien, a un “juego político que toca a la Comisión Europea en su conjunto”, considera París.
La caída de Goulard eleva a tres el número de candidatos rechazados, después del veto a las candidaturas de Rumanía (socialista) y Hungría (popular). Y cierra, de momento, el ajuste de cuentas entre las tres principales familias políticas (conservadores, socialistas y liberales), con una baja para cada uno de ellos. Bucarest y Budapest tuvieron que presentar a otros candidatos. Pero a Von der Leyen se le complica la formación de su equipo y se expone a una difícil votación conjunta del conjunto de la Comisión, un voto previsto para el pleno del Parlamento del 23 de octubre.
Las comisiones parlamentarias (de Mercado Interior e Industria) encargadas de examinar las credenciales políticas de Goulard para el cargo han concluido que la aspirante no es idónea para ocupar un puesto en el organismo comunitario.
La aspirante había tenido que someterse a dos audiencias públicas (cuatro horas y media de interrogatorio en total) y contestar a dos baterías de preguntas. Pero no ha logrado despejar las dudas planteadas por los europarlamentarios sobre su integridad y sus posibles conflictos de interés en el pasado.
La candidatura de Goulard reunía todos los ingredientes para triunfar en Bruselas. Larga trayectoria en la Comisión y en el Parlamento, políglota (con el alemán entre sus idiomas), tan euroentusiasta como Macron y con una excelente red de contactos.
Pero sus credenciales también incluyen una tremenda proximidad al presidente francés, hasta el punto de que algunas fuentes populares le atribuyen la «inspiración» del nombramiento de Von der Leyen. Según esas fuentes, Goulard fue la primera que apuntó a Macron el nombre de la alemana. Una complicidad con el presidente francés que ha pasado de ser un activo (Macron nombró a Goulard vicepresidenta del Banco de Francia) a ser un baldón a ojos de algunos europarlamentarios.
La francesa se ha estrellado finalmente contra unas comisiones parlamentarias que ha puesto el énfasis en los dos puntos más oscuros de su currículum: la investigación abierta en Francia por irregularidades en el pago de asistentes parlamentarios, un caso que podría involucrar a Goulard por su etapa como miembro del Parlamento Europeo; y su trabajo para un centro de estudios estadounidense (el Instituto Berggruen) durante su etapa como europarlamentaria.
Ninguno de los dos casos parecía suficiente para vetar a la futura comisaria. Pero el malestar de muchos parlamentarios por la actitud de Macron durante la renovación de la cúpula comunitaria y los errores cometidos por la aspirante francesa para neutralizar el conflicto han acabado por frustrar la candidatura.
Goulard ha insistido en la presunción de inocencia dado que no figura como imputada en la investigación en marcha en Francia. Pero los europarlamentarios, en particular los populares, le han recordado que ese mismo caso la llevó a dimitir como ministra francesa de Defensa cuando no llevaba ni un mes en el cargo, en 2017. Al conocerse su nominación como comisaria, a finales de agosto, también muchos en Francia se preguntaron qué había cambiado —cuando la investigación seguía en marcha— para que unas sospechas que le hicieron dejar un puesto en el Gobierno francés no le impidieran aspirar a un poderoso cargo en Bruselas. Y la candidata no ha logrado rebatir de manera convincente las acusaciones de doble rasero. Goulard había ofrecido la posibilidad de dimitir si alguna vez es condenada en Francia. Pero la propuesta tampoco ha calmado los ánimos de los eurodiputados, en particular, de populares, verdes e izquierdistas.
Las explicaciones sobre su trabajo para el Instituto Berggruen tampoco han convencido. Goulard ha asegurado que se trató de un trabajo de carácter eminentemente académico y siempre desde una óptica proeuropea. Y que el importante salario recibido (unos 13.000 euros al mes) era acorde a los estándares estadounidenses.
El hecho de que muchos otros eurodiputados también simultaneen el escaño con puestos jugosamente remunerados tampoco le ha servido de ayuda. En los pasillos comunitarios cundía la sensación de que Goulard estaba condenada dijese lo que dijese, una sensación que también ha transmitido ella durante el segundo examen oral. El pasaporte francés, por una vez, ha sido más lastre que llave.