La memoria es siempre incómoda. Entre otras razones porque suele inmiscuirse en los asuntos de la historia. Y no digamos ya si sobre el tapete se pone la memoria de la memoria misma, o sea, la memoria sobre el mito. Santos Juliá ha entrado al asunto, citando, con la modestia que le caracteriza, al francés Paul Ricoeur para referirse a la imagen de “la memoria herida por la historia”.
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México (pronúnciese Méjico, por favor, como hacían los españoles de los siglos XV y XVI), se ha convertido en el último hombre importante en ignorar esa herida. Con ello ha reabierto de forma gratuita otra herida que sirvió en su momento para crear una de las bases del nacionalismo mexicano, el indigenismo, al que recurrieron con total desvergüenza los blancos criollos que encabezaron la independencia.
Al mandatario mexicano le da lo mismo que fueran Austrias los reyes españoles de entonces, que España sea ahora una democracia de ciudadanos, y que hayan pasado 500 años desde que Cortés pisara lo que hoy es México y entonces era un lío. Busca otra cosa, que quizás tenga mejor explicación al norte del río Bravo.
Y nos ha metido a todos en un nuevo conflicto con la memoria, que suele ignorar a la historia cuando conviene a algunos. Como es el caso de José María Aznar y Pablo Casado, que se visten de vencedores de la Guerra Civil cuando no habían nacido en esa época. Nuestros dos representantes de la derecha se enfurecen todavía contra civiles desarmados porque quieren enterrar bien a sus muertos, y porque se empeñan en que el franquismo se explique con rigor en las escuelas.
Hay demasiada gente en España, a izquierda y derecha, que desea que nuestro pasado común sea un despliegue de banderas en que el “no pasarán” se enfrente a garrotazos con el “sin novedad en el Alcázar”. Ya deberíamos estar en otra cosa, ¿no?
Casi toda España lo está, solo una parte pide, con razón, que le dejen hacer sus duelos. Y una gran parte pide que la historia deje de estar herida por la memoria.
¿Por qué no hacer que esto sea posible en un centro especializado en Carabanchel, donde el franquismo estuvo? Vaya si estuvo.
Lo de México lo va a arreglar Trump con el muro. Lo de España tiene que arreglarlo el BOE.
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