El festival de cine que traspasa los muros de Norteamérica

En el paraíso hay aguas cristalinas, playas, palmeras, y cada año, a principios de noviembre, llegan cineastas, actores y alguna que otra estrella. Entre grandes complejos de hoteles de lujo y turistas jubilados extranjeros, pasean desde este miércoles los protagonistas y directores de más de 40 largometrajes, todos ellos producidos en Norteamérica.

El Festival de Cine de Los Cabos se celebra hasta el domingo en esta zona del sur de la península de Baja California (noroeste de México). Un lugar de ensueño desde el que se divisa, en realidad, un mundo mucho más infernal que celestial. Aquí Spike Lee hará pública la denuncia de xenofobia que muestra en su última película Blackkklansman (Infiltrado en el KKKlan), Terry Gilliam llegará con una cinta que durante casi 30 años le ha colmado de obsesiones, The man who killed don Quixote, los colombianos Ciro Guerra y Cristina Gallego se adentrarán en el conflicto del narcotráfico en Pájaros de verano y la violencia que asola México quedará retratada en Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón.

Pero el Festival de Cine de los Cabos aspira a convertirse desde este miércoles en una especie de tratado de libre cine de Norteamérica. Un muy particular TLC del largometraje en el que se busca derribar muros y eliminar barreras. El certamen reúne en un mismo espacio películas producidas en los tres países de la región con el objetivo de cruzar miradas y ver de cerca “en que andan inmersos los vecinos”, como sostiene uno de los lemas del certamen. “Era una paradoja que estando pegados, teniendo influencias de todo tipo y un intercambio en muchos niveles, no existiera un diálogo cinematográfico”, concluye la directora artística de Los Cabos, Maru Garzón.

Pero en este festival no solo se ven películas, también se negocia, se establecen colaboraciones y se intercambian proyectos. El festival dedica una buena parte de sus esfuerzos a la industria, el networking y al encuentro entre productores, distribuidores y cineastas. En estos cinco días en los que Baja California Sur extiende la alfombra roja, en esta zona de la costa mexicana del Pacífico se ve cine y se comercia.

“Ese es uno de los aspectos que nos distingue de otros festivales: que se le da espacio a las actividades de negocios del cine y la industria.”, sostiene Garzón. Un soplo de aire fresco en tiempos duros para traspasar fronteras. Mientras Donald Trump arremete de nuevo con su muro y envía miles de soldados hasta la valla, este certamen tiende puentes que sobrepasan las cercas.

El triángulo perfecto

El cineasta estadounidense Spike Lee, el que fuera miembro del grupo cómico británico Monty Python Terry Gilliam y el actor Adam Driver -conocido por interpretar a Kylo Ren en Star Wars- son los grandes invitados a la fiesta del cine de Norteamérica. Aunque sus filmes no compiten en el certamen, su sola presencia “conforma un triángulo perfecto”, afirma Garzón.

Mientras Lee, ganador de un Oscar de honor por su trayectoria cinematográfica, presenta Blackkklansman,Gilliam exhibirá The man who killed don Quixote, el proyecto en el que ha estado trabajando durante casi 30 años y cuya finalización se había convertido «en una enfermedad médica, un tumor cerebral» como señaló hace ya un año. Dos cintas protagonizadas por Driver, que junto a estos dos cineastas forma el trío más solicitado de Los Cabos en estos días de cine.

La que sí aspira a llevarse un galardón en la categoría Competencia Los Cabos (películas producidas en México, Estados Unidos y Canadá) es Pájaros de Verano. La cinta, candidata a estar nominada en los Oscar y galardonada en los Fénix, se adentra en la comunidad wayúu, en La Guajira colombiana, para retratar el narcotráfico en este país. Para que este largometraje de Cristina Gallego y Ciro Guerra logre hacerse con uno de los premios deberá imponerse a filmes como Lemonade, ha estado nominada en Berlín. La película, dirigida por Ioana Uricaru, cuenta la batalla de una rumana ante las autoridades migratorias de EE UU. También es candidata a un galardón en esta categoría We the animal (Jeremiah Zagar), ganador de un premio en Sundance, y Cómprame un revólver (Julio Hernández Cordón), que se estrenó en la Quincena de realizadores de Cannes y narra el México donde los narcos mandan y la violencia contra mujer parece no tener límites.

Por otro lado, Fausto, que aspira a llevarse un premio en México Primero, la categoría que acoge largometrajes independientes mexicanos, llega a Los Cabos tras haber recibido un galardón en Locarno. La cinta de la canadiense Andrea Bussmann se traslada a la costa oaxaqueña para adentrarse en la mitología de esta zona. Una película que comparte categoría con Clases de historia de Marcelino Islas o Cigüeñas de Heriberto Acosta.

Este festival, en el que hay un estreno mundial y nueve latinoamericanos, ha lanzado en su séptima edición la mirada más feminista de su historia. Seis de las 14 películas que compiten en las dos principales categorías están dirigidas por una mujer y en un 41% de las cintas programadas ellas son las protagonistas. “Nunca se hizo por cumplir una cuota pero sin embargo, así ha ocurrido, de una manera muy orgánica”, cuenta Garzón.