El PSOE no pactará una gran coalición con el PP y confía en “entenderse” con Unidas Podemos
El PSOE está decidido a conseguir «lo antes posible» un Gobierno para España. Pedro Sánchez empezará esta tarde a sondear a los líderes de todos los partidos, salvo Vox y los independentistas, para comprobar los apoyos a un Ejecutivo «progresista liderado por el PSOE», como dijo el presidente en funciones tras revalidar la victoria de abril, aunque con tres escaños (de 123 a 120) y 750.000 votos menos. «Nuestro compromiso es que no haya terceras elecciones, sino un Gobierno progresista. Y eso no es una coalición de derechas», ha observado José Luis Ábalos, secretario de Organización de los socialistas y ministro de Fomento en funciones. En octubre, Sánchez ya expresó su intención de presidir en diciembre un Gobierno “con plenas capacidades” y a que en enero hubiera un techo de gasto para tener unos nuevos Presupuestos aprobados antes de marzo. El ministro no se ha cerrado de manera tajante a un Ejecutivo conjunto con Unidas Podemos. «La disposición es a entendernos, estamos abiertos a escuchar y a tratar de lograr acuerdos», ha asentido.
Ábalos sí ha sido tajante al rechazar un Gobierno de gran coalición con el PP, como reiteró Pedro Sánchez durante la campaña electoral. Algo que no ha sucedido en los 22 años de Gobiernos socialistas desde el final de la dictadura por más que Pablo Iglesias insiste desde septiembre en ese escenario. En Ferraz tampoco ven factible que el PP siga el ejemplo del PSOE en 2016 con Rajoy y se abstenga para facilitar la investidura de Sánchez. «No cabe esperar la abstención del PP, su margen es muy escaso y parece que no lo van a hacer por la presión de la ultraderecha. [Vox] va a estar gravitando mucho sobre la capacidad del PP, va a ir muy a remolque… Ahora no tienen más margen de relación que la extrema derecha, sabiendo que es su principal problema y que Ciudadanos ya ha sido devorado», ha expuesto. En este contexto, los socialistas se mostraron dispuestos a dejar atrás las profundas desavenencias con quien fuera su socio preferente y a «entenderse y tratar de lograr acuerdos» con el grupo confederal.
Una opción que tras el 10-N ha cobrado fuerza en la dirección del PSOE es que la investidura pudiera salir adelante con el voto a favor de Unidas Podemos, Ciudadanos, PNV, Más País y partidos regionalistas no soberanistas como el PRC —el único que le dio el voto a Sánchez en la investidura fallida de julio— y Teruel Existe. La gran incógnita radica en el sentido del voto de Ciudadanos, que tras la renuncia de Albert Rivera afronta un escenario sin precedentes. Fuentes de la dirección socialista apelaron a la «calma» y la «prudencia» a la espera de un interlocutor válido. El consejo general de Ciudadanos no tiene previsto reunirse hasta dentro de dos semanas. De ese encuentro podría salir una dirección provisional. «Sí puede salir una suma en ese sentido. Y la vamos a trabajar. Ese es el margen que queremos», ha apuntado el ministro de Fomento en funciones. «En este marco, vamos a seguir intentando, aunque sea solos, no depender de los independentistas. Y es posible», ha remarcado el número tres del PSOE.
La vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, también ha insistido en que los socialistas tratarán de que haya Gobierno de inmediato. Como Ábalos, Calvo pone un límite a la oferta de diálogo: esta no se dirige a aquellos partidos “que de una forma u otra cuestionan nuestro orden constitucional y los valores de la democracia”. El domingo, tras ganar de nuevo las elecciones, Sánchez se dirigió a “todos los partidos (…) salvo aquellos que se autoexcluyen de la convivencia y siembran el discurso del odio”.
Tanto en el Gobierno como en el PSOE contemplaban en los últimos días pulsar con inmediatez al resto de partidos que no ponen en duda la Constitución. Estas conversaciones serán distintas en función de si les piden a las formaciones el voto afirmativo o la abstención a la investidura de Sánchez. En el debate a cinco del lunes pasado, el candidato socialista pidió que se dejara gobernar a la lista más votada si el Congreso no acuerda la formación de un Gobierno. La propuesta ya dejaba entrever el escenario tan complejo que vaticinaban todas las encuestas salvo la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dirigido por José Félix Tezanos.
Presiones al PP
Pese a las pocas expectativas, en el PSOE tienen muy presente la abstención que permitió la investidura de Mariano Rajoy en octubre de 2016 y que acabó con la dimisión de Sánchez como secretario general y diputado. La presión de Calvo al PP fue en esa línea. “Trataremos de explorar situaciones que nos lleven a un Gobierno estable. El PP tiene una situación compleja. PP y Ciudadanos son responsables del nivel de respaldo que tiene la ultraderecha. No han sabido hacer frente a la radicalización. El PP tiene un problema si, arrastrado por Vox, se convierte en un obstáculo constante para la política española. El PP obtuvo su segundo peor resultado en unas elecciones”, subrayó la vicepresidenta. La abstención de 2016 abrió la peor crisis reciente del PSOE. La mayor parte de la bancada socialista se abstuvo pero una quincena de diputados votó en contra. Sánchez renunció a su acta horas antes de la sesión parlamentaria.
La vicepresidenta en funciones ha achacado a factores externos los peores resultados del PSOE respecto a abril. “La participación a nosotros siempre nos beneficia, es una verdad de la política española que el voto progresista se desmoviliza antes que el voto de derechas, esto es absolutamente así. Y ayer [por el domingo] hubo escaños que costaron muchos más votos porque había mucha más concurrencia, muchas más siglas, y algunas perjudicaron en algunas provincias donde seguramente nosotros habríamos sacado el escaño con los restos”. A diferencia de los socialistas, el PP ganó 600.000 votos respecto el 28-A. Vox se disparó de 2,6 a 3,6 millones. “Nos sentimos animados y respaldados por el electorado. Hemos perdido tres escaños de 123, pero hubo dos penalizaciones muy claras en las urnas: a Ciudadanos, rotunda, y otra a Unidas Podemos”, insistió Calvo.