Xi se da un baño de masas y músculo militar en los 70 años de la República Popular China
Rodeado de pompa, desde la puerta de Tiananmen, como hace siete décadas hiciera Mao Zedong, el presidente de China, Xi Jinping, se dio este martes un baño de músculo militar y de masas. El 70º aniversario de la fundación de la República Popular china era la ocasión perfecta para transmitir un mensaje de unidad nacional, de progresos bajo el Partido Comunista y de modernización del Ejército. El objetivo se cumplió con creces.
Si hace 70 años Mao anunciaba al mundo que “se ha fundado el Gobierno de la República Popular de China”, en un conciso discurso, Xi también quiso ser breve en su solemne mensaje para comenzar a la celebración. Sus dos mensajes principales, con un ojo en las protestas de Hong Kong: Nada puede detener el progreso de este país que se encuentra en pleno auge (durante el primer trimestre del año, el gigante asiático creció al 6,3%). Y que el Ejército defenderá la soberanía y la seguridad chinas con contundencia. Tras Estados Unidos, China es el segundo país del mundo que más gasta en Defensa, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés).
“Nada puede hacer tambalear los cimientos de nuestra gran nación. Nada puede detener a la nación ni al pueblo chino en su progreso”, sostenía Xi en un mensaje en el que enfatizó su visión de rejuvenecimiento y unidad del país bajo el mandato del Partido. Para la ocasión, lucía un traje Mao clásico, en color gris oscuro. El resto de miembros del Comité Permanente, el máximo órgano de poder del Partido Comunista, y por ende de China, lucían en cambio un traje de chaqueta con corbata. Junto a ellos, los antiguos presidentes Hu Hintao y Jiang Zemin, altas autoridades del Partido, del Ejército y del Estado.
Xi también envió un mensaje a Hong Kong, donde los manifestantes pretenden hacer todo lo posible por aguar con sus protestas los festejos en Pekín. Xi, secretario general del Partido y jefe de la Comisión Militar Central, subrayó que China “mantendrá la estabilidad y la prosperidad duraderas de Hong Kong y Macao”.
Bajo un cielo neblinoso por la contaminación —la única sombra en una coreografía impecable— la ceremonia comenzó, como hace 70 años, exactamente a las 10.00 en punto (las 3.00 de la madrugada en la España peninsular), con el lanzamiento de 70 salvas por 56 cañones. En la mítica puerta de Tiananmen relucía el retrato de Mao Zedong, el fundador de la República Popular. Frente a él, al otro lado de la avenida Chang’an, la imagen de Sun Yat-Sen, padre del Estado moderno chino. En las gradas, 100.000 espectadores, elegidos por una cuota otorgada a cada nivel de la Administración.
Una de las agraciadas ha sido Xunan, una joven de 27 años, que ha acudido junto a 317 compañeros de trabajo. Todos ellos son empleados de una empresa de beneficencia radicada en las afueras de Pekín. “Estoy muy contenta de estar aquí y muy orgullosa de mi país”, afirmaba Xunan exultaste. “Asistir a esta ceremonia es algo que solo sucede una vez en la vida, aunque mi objetivo es volver el día que se celebre el 100º aniversario”.
Tras su discurso, Xi pasó revista a las tropas desde un legendario Hongqi (“Bandera Roja”), la primera fabricante china de automóviles. “¡Camaradas, saludos! ¡Gran esfuerzo!”, animaba a las tropas. Los soldados, a su vez, le replicaban con un “¡Saludos, camarada presidente!”
El plato fuerte de la celebración comenzaba. El desfile exhibía armamento nunca visto hasta entonces en público. Aproximadamente el 40% del equipamiento se presentaba por primera vez. Todo ha entrado ya en servicio. Una de las estrellas de la exhibición de poderío, fueron los misiles DF-41, con capacidad para alcanzar en 30 minutos cualquier punto del territorio estadounidense.
Se mostró también el DF-17, el misil lanzadera de un planeador hipersónico. Su exhibición implica que este cohete ya ha entrado en servicio, antes incluso de lo que calculaba el Pentágono, que no lo preveía hasta 2020. Con esta revelación, China puede presumir de progresos en un sector, el del diseño de planeadores hipersónicos no estratégicos, en el que sus rivales estadounidenses y rusos van más rezagados.
Desfilaban también misiles JL-2, diseñados para lanzarse desde un submarino y que pueden recorrer una trayectoria de 7.000 kilómetros. En los cielos sobrevolaban helicópteros de reconocimiento Z-10 y Z-19, que formaron la figura del número 70 para marcar el aniversario.
Desfile civil
Tras 80 minutos de poderío militar, llegó el desfile civil. Un baño de masas para fomentar el sentimiento patriótico, precisamente cuando China se enfrenta a unos desafíos que incluyen una economía de más lento crecimiento y una rivalidad con Estados Unidos cada vez más intensa agravada por la guerra comercial que mantiene con el presidente Donald Trump.
Setenta carrozas, al son de canciones patrióticas, que pasaban revista a los logros del país, hace 70 años paupérrimo y ninguneado en el escenario global y hoy segunda potencia mundial. Carrozas que repasaron la historia —jóvenes vestidas con el uniforme de las tropas comunistas victoriosas en la guerra civil, retratos de Mao Zedong y el “pequeño timonel”, Deng Xiaoping—, y la cultura china. Saludos a los Juegos Olímpicos de 2008 y a las futuras de invierno en 2022. Y, por supuesto, al Partido Comunista de China.
No faltaron tampoco homenajes al principio de un país, dos sistemas que otorga, teóricamente, libertades a Hong Kong y Macao que no existen en el territorio continental: “El futuro de Hong Kong será mejor”, prometía el lema de esta carroza, mientras la jefa del Gobierno autónomo del territorio, Carrie Lam, sonreía desde la balconada. Las minorías étnicas también hicieron su aparición, en la versión idealizada del Gobierno, cantando y bailando.
También se pasó revista a los logros científicos: una carroza representaba el primer rompehielos ártico chino; otra, los progresos logrados en la producción agrícola y la eliminación de la pobreza; una tercera, la exploración espacial. Todas, acompañados de centenares de personas con pompones y coloridas banderas. En total participaban cerca de 100.000 personas, escogidas entre todos los sectores de la sociedad: científicos, campesinos, estudiantes, funcionarios.
Uno de los mayores aplausos se los llevó un gran retrato de Xi, escoltado por decenas de jóvenes, que saltaban y agitaban con entusiasmo sus pompones, en escenas reminiscentes de un homenaje norcoreano. Desde la puerta de Tiananmen, el presidente chino respondía saludando con la mano a su retrato y el lema que lo acompañaba: “Cumplir el Pensamiento de Xi Jinping de Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era”.