Nos subimos al Citroën Ami: así funciona el pequeño vehículo que se puede conducir desde los 15 años
Las restricciones anticontaminación, las proyectos para primar la energía eléctrica y la explosión del comercio online con su indudable repercusión en la «última milla» ha entregado el contexto perfecto para ver propuestas tan arriesgadas como el Citroën Ami y su homólogo de transporte, My Ami Cargo. Hemos tenido la oportunidad de subirnos a una unidad y estas han sido nuestras sensaciones. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Es eléctrico, mide 2,41 metros, muy sencillo y puede conducirse con un carné AM desde los 15 años. Es, en definitiva, el sueño de los defensores acérrimos de la micromovilidad. Y, aunque el Citroën AMI puede ser una gran solución para los servicios de coche compartido o para los repartos de última milla, también tiene algunos detalles que penalizan un producto que, en su contexto ideal, es casi redondo.
Fiel reflejo de nuestros días Citroën Ami
Como decíamos, parece casi imposible que el Citroën Ami hubiera nacido en un contexto tan propicio como el actual. Bien es cierto que microcoches han existido siempre (BMW Isetta, resucitado por Microlino) o vehículos que podían conducirse con carné de ciclomotor. Pero la decisión de las instituciones europeas de apostar por el coche eléctrico, la creación de zonas de bajas emisiones en todas las ciudades de 50.000 habitantes o una explosión del comercio electrónico que ha presionado por reducir y abaratar los tiempos de entrega.
Su extravagante estética tiene un sentido. Si partiéramos el coche en dos mitades tendríamos exactamente el mismo coche, de ahí que su puerta derecha se abra de forma tradicional y la izquierda lo haga en sentido contrario al tráfico, también conocida como «suicida». Por delante o por detrás, el Ami es exactamente el mismo, salvo porque las luces de freno son rojas. El interior cuenta con lo básico e imprescindible. Y en esa carrera por el ahorro de costes carece de climatización, radio, una insonorización adecuada o cierto mullido en los asientos.
Pero no hay que perder de vista qué es el Citroën Ami y para qué está concebido. ¿Es imprescindible la calefacción o la radio para viajes cortos por ciudad de 15 o 20 minutos? Probablemente no, aunque la experiencia a bordo mejoraría notablemente. Quizás el problema lo tenga quien valore el My Ami Cargo como una solución para los repartos de su compañía. Aquí, estar sentado varias horas al día en una jornada laboral puede ser demasiado incómodo.
Su condición de vehículo L6e le impide circular por autovías y autopistas, como la M-30 madrileña
Además, no hay que perder de vista que hablamos de un vehículo con un precio de 7.600 euros, a los que hay que restar las ayudas del Plan Moves III en algunas comunidades autónomas. En estas cifras, no tiene rival. Lo más parecido por tamaño puede ser un Renault Twizy y, además de ser más incómodo, es más caro (desde 11.855 euros) y no cuenta con el espacio de carga del Ami. Por tamaño, es 28,5 centímetros más corto que un Smart EQ ForTwo que, además, pide 24.525 euros de partida. Desde luego, el Ami juega a un deporte completamente distinto al de cualquier otro vehículo en el mercado.
Cuando la ciudad te queda grande Citroën Ami
Una vez estamos a bordo del Citroën Ami florecen sus ventajas pero, en una ciudad como Madrid, también encontramos algunas sombras que empañan la experiencia.
Como solución de movilidad y de carsharing, el Ami puede ser una de las opciones más interesantes. Es el vehículo más pequeño, por lo que los huecos para aparcar se multiplican. Su interior cuenta con un buen número de compartimentos para dejar los bultos que cualquiera puede llevar a diario. Incluso una persona podría hacer una buena compra y llevarla en su interior. A cambio, dos personas pueden ir un poco justas a poco que vayan abrigadas o sean de gran tamaño.
La sensación es la de ir más protegido que en una motocicleta eléctrica, con las que comparte carné AM, y su amplia superficie acristalada aporta una sensación realmente desahogada en el interior. Además, permite vigilar de cerca todo el tráfico que se mueve a nuestro alrededor. Su radio de giro es de 7,20 metros, lo que lo hace perfecto para callejear y moverse con soltura entre el denso tráfico madrileño.
Pero aquí cuenta con uno de sus mayores inconvenientes si quiere convertirse en una solución de movilidad para reparto en la última milla. Puede que una ciudad del tamaño de Madrid le quede grande. Su batería tiene una capacidad de 5,5 kWh y su autonomía es de 75 kilómetros. Para cargarla se utiliza un cable que va enrollado en la puerta del acompañante y que se enchufa a la toma doméstica, lo que conlleva estar enchufado tres horas para alcanzar de nuevo el 100% de su autonomía.
Debido a su condición de vehículo de categoría L6e no puede circular por autovías ni autopistas y su velocidad máxima es de 45 km/h. Esto puede ser un verdadero problema en una ciudad como Madrid, donde la M-30 se convierte en un espacio prohibido. A ello hay que añadir que en grandes avenidas cualquier conductor pasa a tu lado a demasiada velocidad (aunque no debería ser así) y que atravesar la ciudad, con su ida y su vuelta, puede consumir entre 35 y 40 kilómetros de autonomía.
Su escenario ideal
Teniendo en cuenta sus ventajas y sus inconvenientes, ¿cuál puede ser su escenario ideal? Como solución de carsharing o alquiler compartido en ciudad, es indudable que el Ami puede tener su hueco. El problema en este caso es para la empresa encargada de recargar el vehículo, pues su limitada autonomía de 75 kilómetros tampoco deja mucho margen a realizar numerosos viajes. A cambio, en apenas tres horas se puede tener de nuevo el vehículo en circulación.
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Como alternativa a la moto eléctrica a diario puede ser una idea interesante. Al fin y al cabo, los requisitos son los mismos, su precio es muy parecido y, aunque nunca serás tan ágil, se gana en seguridad. A quien no le importe carecer de radio o climatización y quiera un vehículo más seguro que la moto eléctrica para moverse por el centro de una urbe, el Ami puede resultar una buena alternativa.
Y, por último, como vehículo eléctrico para utilizar en los repartos de última milla, en una ciudad de tamaño mediano o pequeño, puede ahorrar mucho tiempo a PYMES que estén pensando abrirse al comercio electrónico y gestionar ellos mismos las entregas. Con esto en mente, la propia Citroën ofrece algunas soluciones interesantes en la variante My Ami Cargo, como un espacio para dejar documentos A4 (tamaño folio), una bandeja que soporta hasta 10 kg de carga, que puede hacer de escritorio móvil y que también permite separar el espacio interior para aportar un extra de seguridad y orden en los envíos. En total, se puede transportar hasta 140 kg de carga, a los que hay que restar el peso del conductor.